Luis Hernández Montalvo.
De los ciento veintitrés mil ochocientos cincuenta y seis profesores que presentaron el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes; treinta y un mil ochenta y seis obtuvieron “resultados aceptables”, cinco mil veintinueve “no aceptables” y resto, los ochenta y siete mil setecientos cuarenta y uno, “requieren procesos de nivelación académica previa al ejercicio de la docencia”.
Los funcionarios del Sistema Educativo Nacional en cada una de las entidades federativas del país, en alianza con los burócratas del SNTE, han aprendido a manejar las nuevas circunstancias que se presentan ante fenómenos desencadenados por ellos mismos, pero que se escapaban del control de sus manos, por primera vez, el SNTE, preparó a sus incondicionales para que participaran del concurso nacional, a pesar de los intentos de algunos organismos civiles que buscaron legitimar este proceso académico, o tal vez contribuir a su transparencia, un proceso viciado de origen y ampliamente cuestionado en franjas importantes de maestros y de la opinión pública.
El SNTE se aseguró que doce mil trescientos veintisiete profesores en servicio pasaron el examen nacional. Varios de estos profesores se encuentran comisionados en los Comités Ejecutivos Seccionales, son familiares de los dirigentes o hijos de profesores en proceso de jubilación y que mediante un mecanismo simulado se garantiza la herencia de las plazas.
Dieciocho mil setecientos cincuenta y nueve profesores de nuevo ingreso pelearán alguna plaza de hora-semana mes. Las plazas pueden ir desde las cuatro horas, seis horas, diez horas doce horas y hasta diez y nueve horas, estos profesores para sobrevivir se dedicarán a otras actividades, ya sea trabajando en escuelas privadas por salarios inferiores, vendiendo cosas y objetos en los mercados ambulantes, manejando algún taxi o empleándose en otras actividades que cada día lo alejarán de la docencia, de los libros y de las posibilidades de poder construir una práctica docente exitosa, con profesores orgullosos de su trabajo, reconocido socialmente y estimulado en su desempeño profesional.
El Examen Nacional no puede ocultar la realidad del magisterio mexicano. Siete de cada diez profesores han reprobado el examen, incluye a maestros con menos de veinticinco aciertos hasta los que no contestaron una sola pregunta de las ochenta que contenía el examen. De estos profesores, tres mil quinientos treinta y dos han ejercido la docencia en los últimos diez años, con el aval contractual del SNTE y la SEP.
La pregunta que debemos hacernos es ¿Cuántos de los profesores contratados reúnen los requisitos básicos para el ejercicio de la docencia?, ¿Cuál es la cultura general de los profesores mexicanos? y ¿Cuál la cultura específica de las disciplinas que pretende impartir en las aulas?
Nuestra preocupación debiera abarcar la evaluación seria de los pretendidos “perfiles de egreso” de los estudiantes normalistas que actualmente se forman sobre modelos de simulación y mecanismos de corrupción impuestos por el SNTE. Las Escuelas Normales se han convertido en un refugio y en un jugoso botín de ex líderes sindicales, desde los Comités Ejecutivos Seccionales del SNTE, los Secretarios Generales designan directores, controlan la contratación de trabajadores y profesores y aplastan cualquier intento de trabajo colegiado que posibilite la posibilidad de construir un nuevo normalismo sobre la base de la libertad.
A mitad del camino del actual gobierno se anuncia una nueva reforma a los libros de texto gratuito, sin que exista una evaluación previa que determine que es lo que no está funcionando, ¿los contenidos de las disciplinas? ¿Acaso la parte metodológica? ¿Por qué plantear nuevos enfoques disciplinares en educación básica?
Insisto, de nada sirve quitar unos contenidos para colocar otros, mientras los profesores, permanezcan al margen de la cultura, de una sólida formación pedagógica y si no se revisa antes el leonino sistema de contratación de hora-semana-mes o de jornada, fuente de inequidades y madre se todas las corrupciones.
No podemos esperar grandes reformas de un gobierno que está por concluir, que mantiene un desprecio por la educación pública, principalmente por sus profesores a los que condena servir a un grupo de vivales organizados para representarlos gremialmente.
La indiferencia del gobierno y las complicidades con los líderes sindicales, en un juego de muerte, ya cobró la vida de maestros en Oaxaca, los asesinos tienen a un gran aliado, la impunidad y los jueces.
El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.
hernandez_luis21@yahoo.com.mx
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