domingo, 17 de septiembre de 2017


Chapulines en MORENA

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 12 de septiembre de 2017.

La semana pasada, John Ackerman se dio un banquete de chapulines. Estos bichos políticos fueron protagonistas de la reunión organizada por MORENA en el Instituto Vélez Pliego, en Puebla. Ackerman ha sido testigo privilegiado del proceso evolutivo de MORENA. Atestiguó su surgimiento, con el objetivo único de soportar la tercera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2012, y su conversión en partido político, cosa de realpolitik, porque la campaña permanente necesitaba mamar del presupuesto público para sostenerse, en 2014. Al intelectual orgánico también le ha tocado presenciar cómo el partido ha crecido a un ritmo acelerado, descuidada y descontroladamente y cómo ha sido desbordado por políticos de todos los orígenes que animados por sus altísimas expectativas de éxito, por la fortaleza de la marca AMLO, por los resultados electorales y por las estimaciones de las encuestas han saltado a sus filas.

El encuentro entre los chapulines y los fundadores del partido no ha sido amistoso. El caso de Puebla es especial por lo que la entidad representa en el contexto nacional, pero, seguramente, lo que ocurre aquí ocurre en todos los escenarios, especialmente en aquellos que renovarán gubernatura el próximo año. Los fundadores resisten a la desesperada el desembarco de políticos que, en lo general, son más competitivos, tienen más tablas para ganar elecciones y ser gobierno y más recursos y mejores estructura para satisfacer el tributo electoral lopezobradorista. En consecuencia, exigen espacios. A los carmines poblanos les están obligando a elegir, parece, entre dos chapulines de distinta especie: Enrique Cárdenas, una imposición que satisfacería a los intereses de la (ultra)derecha, o Alejandro Armenta, un expriísta que devolvería el poder a un sector del tricolor. Si se estableciese el criterio de fumigarlos a todos, como alguno proponía en la reunión en el Vélez Pliego, podría abrirse una tercera vía, despejando el camino al muy de la casa Rodrigo Abdala. El sobrino de Manual Bartlett sería una opción con la que todos podrían estar de acuerdo.

La lucha fratricida por los espacios, agudizada, por supuesto, en tiempos preelectorales, desvía la atención de lo importante: ¡llevar a López Obrador presidencia de la República, en 2018! Sírvanos de paradigma el caso poblano: para evitar abrir un boquete de proporciones monrealistas en el proyecto lopezobradorista, el encono entre los aspirantes a puestos de elección popular debe resolverse, si no mediante la vía de la fumigación, sí mediante el complicado arte de los acuerdos políticos. Algún punto de acuerdo encontrarían los favoritos, Cárdenas, un perfil ciudadano, impoluto, que lavaría el rostro del partido y de su dirigente nacional en una época en la que los partidos políticos y los políticos son despreciados, y Armenta, quien aportaría una estructura saludable para promover el voto lopezobradorista y, sobre todo, para movilizar a los votantes y defender las casillas el día de la elección.

La lucha sectaria al interior de MORENA puede derivar en un parlamento como lo fue el PRI o en un akelarre como lo es el PRD. ¿Cómo sumar, incluir los distintos proyectos personales sin desviar el rumbo del Movimiento? ¿Cómo hacer prevalecer los acuerdos políticos? López Obrador sale al paso con una solución salomónica: —Nadie puede secuestrar MORENA —dice —; ni los que están ni los que llegan. Nadie, pues; ni siquiera él. El todopoderoso líder nacional de los carmines debe permitir y todos los participantes de la vida política del partido deben exigir una democracia interna verdadera; procesos transparentes, piso parejo para los aspirantes, pesos y contrapesos eficientes. Solo el imperio de la justicia hacia adentro dotará al partido y a su dirigente nacional de legitimidad hacia afuera…

John Ackerman regresó a Ciudad de México con la maleta llena de inquietudes. ¿Cómo coexistir tantísimos intereses personales en un proyecto de Nación?

Dicen que el muy amable Héctor Díaz-Polanco hace de departamento de quejas y sugerencias de MORENA. ¡Tendrá la oficina atiborrada estos días!




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