Publicado en INSURGENCIA MAGISTERIAL (noviembre 22, 2017).
Por: Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal y Marcelino Guerra Mendoza. Contacto: labandadelxs3@gmail.com
¿Quién gobierna hoy la educación pública, para qué y cómo?, es una pregunta clave. Si bien están presentes los sectores históricamente interesados en orientar la educación pública, como son los empresarios y gobiernos en turno, hoy se han sumado muchos otros.
Desde hace aproximadamente dos décadas, un número indeterminado de actores, con una multiplicidad de intereses, niveles de cohesión y permanencia variables, con grados de autonomía, permeabilidad e interdependencia versátiles, con patrones y reglas de relación diversas, que aportan recursos de diferente tipo y no solo económicos, han comenzado a converger, a ensamblarse de tal manera que, sin darnos cuenta, han conformado una red de intereses que intervienen de forma cada vez más abierta y agresiva, en la formación de individuos empresarios de sí mismos.
En Anatomía política de la reforma educativa denominamos a esto el tránsito de la rectoría del Estado a la gobernanza educativa. Esta gobernanza aglutina organismos públicos y privados, instituciones, centros de investigación, empresas y fundaciones lideradas por magnates, organizaciones de la sociedad civil chicas, medianas y grandes que, en contubernio con entidades públicas, actúan en un sentido claramente corporativo, para influir en la percepción y formación de una nueva subjetividad: la del emprendedor que controla sus emociones, enfrenta la vida como una negociación constante.
Este es precisamente el tema que desarrollamos en nuestro siguiente libro titulado “El cártel de la reforma educativa”, de próxima publicación. En él intentamos desenredar la maraña de relaciones y redes de redes, para visibilizar quién manda, dónde se concentran recursos, funciones y, sobre todo, cómo se toman decisiones políticas y estratégicas.
La novedad no radica en el número, sino en la forma en que operan para ejercer control sobre la producción y la distribución de la educación como una mercancía atractiva, mediante la confabulación de intereses monopólicos, imponen discursos, programas, leyes, organismos y modos de intervención a modo, a fin de obtener los mayores beneficios posibles, en perjuicio de los ciudadanos a los que consideran meros consumidores. Así es como actúan los cárteles.
Esta no es tan solo una reforma educativa privatizadora, hecha a la medida del sector empresarial o de organismos financieros internacionales que han sometido a la SEP. Los integrantes del cártel de la reforma educativa, compuesto por una multiplicidad de relaciones entre diversos entes públicos y privados asociados, no solo han prohijado, permitido y promovido el establecimiento de mecanismos para obtener ganancias, sino también para expandir su poder de influencia e intervenir en cuestiones como la infraestructura escolar, venta de nuevas tecnologías, o libros de texto. Han incursionado también a la educación financiera y emocional, igual que en la formación de emprendedores.
Muchos críticos han considerado que existe una intención privatizadora en la reforma educativa. Nosotros pensamos que va más allá de la privatización; nos encontramos ante un nuevo modo de conducir los destinos de la educación nacional que trascienden al sistema educativo: van directo a la subjetividad. La reforma educativa es muchas cosas, pero la más sobresaliente es la recomposición neoliberal de los procesos de subjetivación.
Sí: hoy la pedagogía en uso es la que ofrecen banqueros, empresarios y financistas; son ellos los que han aportado el lenguaje y los métodos, los que venden productos y proporcionan servicios educativos muy diversos. Y emoiezan a penetrar el curriculo y la subjetividad. Van algunas perlas al respecto:
“Este sábado, 11 de noviembre, alumnos del plantel 10 Aeropuerto del Colegio de Bachilleres, en una jornada de 11 horas, recibieron el taller de fomento al espíritu emprendedor: Desafío Innova, impartido por la empresa JA México”. (post publicado en la página de Facebook del Colegio de Bachilleres, 11 de noviembre de 2017)
A principios de mayo del 2016, se anunció que México sería el primer país de Latinoamérica que tendría su propia versión de Shark Tank, un reality show en el que un grupo de empresarios, escuchan propuestas de emprendedores que buscan inversiones para desarrollar algún negocio o vender un producto.
En entrevista, Jorge Vergara, fundador del grupo Omnilife y dueño del club deportivo Guadalajara, aseguró que con este programa, más que un entretenimiento, se esperaba enviar un mensaje importante: “Que todos se crean capaces y crean en ellos mismos y entiendan que emprender es parte natural de la vida, y que dejen de depender de los demás”. (Emprendedores enfrentarán a Vergara y Elías Ayub).
En septiembre del año que corre, diversos medios informaron que una niña, oriunda de San Luis Potosí, había conquistado a los cinco tiburones del reality show Shark Tank México, al presentar un proyecto para comercializar un shampoo anti piojos.
La revista Forbes anunció, también en septiembre pasado, que 1,162 escuelas de nivel básico, públicas y privadas, de 27 estados del país, participarían en el programa piloto “El viaje del emprendedor”. Patrocinado por Business Kids, primer centro de enseñanza de negocios para niños en el mundo y diseñado de la mano de la SEP, busca lograr el mismo objetivo que planteara Vergara: fomentar el espíritu emprendedor, ya no como parte de un programa televisivo, sino en las aulas (Enseñarán emprendimiento en empresas públicas).
Informaciones como estas no pasarían de ser meras notas de la farándula, excepto porque cada vez es más común que en escuelas públicas, se promuevan programas y acciones similares. Estos son tan solo pequeños botones de muestra de lo que un complejo entramado de grupos e intereses, han comenzado a hacer con la educación; no buscan únicamente hacer negocios.
Como hemos venido insistiendo en entregas anteriores, la reforma educativa no es sólo un complejo de fuerzas destructivas, sino también reconstructivas, incluso de nuevos modos de subjetivación ( La reforma educativa es una guerra ).
La subjetividad neoliberal se ha encarnado cuando los mismos afectados por el cártel de la reforma educativa, asumen como propios, discursos, ideas, y sobre todo, prácticas que refuerzan y arraigan la lógica privatizante de lo público.
Ya escuchamos algunas dudas: ¡pero la privatización educativa ya existía ¡ Cierto, la privatización en sus múltiples expresiones, llámese mercantilización, subrogación, subcontratación de servicios, creación de cuasi mercados, venta y compra de servicios, etc, etc., forma parte de una realidad preexistente a la reforma educativa.
Lo que ha hecho la reforma educativa es perfeccionar un modelo de gobernanza corporativa en red, que no solo está potenciando las tendencias privatizadoras; también está aumentando el poder de las empresas y sectores más ricos, quienes actuando en su propio interés privado, modelan la agenda legislativa, se sirven de un Estado informalmente gobernado por ellos mismos y viceversa, un Estado que gobierna para las élites y grandes corporaciones nacionales y multinacionales, y están incidiendo de manera expansiva en las escuelas y aulas. Su propósito son las ganancias, ¡qué duda cabe! Pero quieren más: modelar la subjetividad, crear emprendedores, crear deudores, crear consumidores, amoldar la subjetividad a una existencia de inseguridad y precariedad. Meternos el mercado, la comeptencia y el autocastigo hasta en la cabeza y en el corazón!
Por eso, es necesario ampliar nuestra mirada. Limitarse a denunciar intenciones privatizadoras, dificulta reconocer los múltiples efectos de estas redes de redes, en las instituciones y las personas. De no hacerlo, terminaremos por asumir sus acciones y propuestas como respuestas “normales”, “naturales” e incluso “plausibles”. Cuando nos demos cuenta de que esto no es natural, quizá sea demasiado tarde.
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