La renuncia de Josefina Vázquez Mota, como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), podría ser una oportunidad inmejorable para reorientar la política del gobierno federal en un área de importancia estratégica para el desarrollo nacional. Sin embargo, diversos elementos permiten observar que no será así.
El cambio parece responder simplemente a una estrategia electoral del partido gobernante. La salida de la funcionaria no estuvo acompañada de ideas que ilustraran alguna reformulación de la política educativa.
En el acto en el que se informó de la salida de Vázquez Mota, el licenciado Felipe Calderón sólo dedicó su tiempo a elogiar el desempeño de la funcionaria saliente. Entonces el mensaje consistiría en que todo ha marchado muy bien en esa dependencia o que realmente lo que ahí pasa poco importa. Esto resulta increíble tratándose de un tema que es del mayor interés para los mexicanos.
La ausencia en el acto referido de alguna mención sobre el funcionario que ocupará el puesto vacante indica que al momento de realizarse ese movimiento sólo se tenía claro quién debía marcharse y no quién debería estar en el despacho que en el pasado han ocupado personajes de la estatura de José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, quienes realizaron grandes transformaciones y dotaron de idea y rumbo a la educación en México. Aunque, por otra parte, es claro que en el Partido Acción Nacional no abundan los personajes con estas características y sí, en cambio, los enemigos de la educación pública.
El cambio en la SEP no obedece a una reforma en la educación. No habrá modificaciones sustanciales en la política educativa, pues no se anticipa una ruptura del pacto del gobierno federal con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, mucho menos ante la inminencia de las elecciones. El sindicato que encabeza la maestra Elba Esther Gordillo es capaz de movilizar a un ejército de personas especializadas en "procedimientos electorales", y es de dudarse que el cambio en la Secretaría de Educación Pública busque, por ahora, que esta alianza resulte lastimada.
La tardanza en el nombramiento del nuevo secretario puede deberse a que aún no se había logrado un acuerdo satisfactorio entre estas partes.
Así, probablemente habrá una nueva diputada y un secretario de Educación completamente anodinos. Los cambios serán de gran utilidad; sin embargo, para lograr un objetivo perfectamente estructurado: mantener a la educación pública en un nivel de desamparo, que es el compatible con las expectativas de los principales partidos políticos –que no sobrevivirían ante una población educada–, lo que les permitirá continuar con una democracia ficticia y con el saqueo impune de los recursos de México.
Nota final: En el momento que escribo estas líneas, me entero de la designación del maestro Alonso Lujambio como nuevo secretario de Educación Pública. No tengo mucho que agregar a lo ya dicho.
El funcionario, que se desempeñaba como presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), ha sido el encargado del control de la información gubernamental, es decir, de lo que debe saberse y lo que no. Su perfil académico muestra que se ha formado, no en el ámbito de las instituciones públicas de educación, sino en las del sector privado, como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la Universidad Yale. No se aprecia en su currículo experiencia en los temas educativos, pero sí en el campo de la ciencia política. De acuerdo con la página electrónica del ITAM, en el que se ha desempeñado como profesor, sus temas de interés son las elecciones, los sistemas electorales, los sistemas de partidos y las relaciones Ejecutivo-Legislativo.
Así, no llega a encabezar la SEP un conocedor de la educación, sino un experto en elecciones, lo que refuerza la idea de que el enroque en el gabinete de Calderón obedece a objetivos electorales que claramente se encuentran hoy por encima del interés –que debería ser prioritario– de atender las grandes necesidades y el drama que vive la educación pública de México.
El cambio parece responder simplemente a una estrategia electoral del partido gobernante. La salida de la funcionaria no estuvo acompañada de ideas que ilustraran alguna reformulación de la política educativa.
En el acto en el que se informó de la salida de Vázquez Mota, el licenciado Felipe Calderón sólo dedicó su tiempo a elogiar el desempeño de la funcionaria saliente. Entonces el mensaje consistiría en que todo ha marchado muy bien en esa dependencia o que realmente lo que ahí pasa poco importa. Esto resulta increíble tratándose de un tema que es del mayor interés para los mexicanos.
La ausencia en el acto referido de alguna mención sobre el funcionario que ocupará el puesto vacante indica que al momento de realizarse ese movimiento sólo se tenía claro quién debía marcharse y no quién debería estar en el despacho que en el pasado han ocupado personajes de la estatura de José Vasconcelos o Jaime Torres Bodet, quienes realizaron grandes transformaciones y dotaron de idea y rumbo a la educación en México. Aunque, por otra parte, es claro que en el Partido Acción Nacional no abundan los personajes con estas características y sí, en cambio, los enemigos de la educación pública.
El cambio en la SEP no obedece a una reforma en la educación. No habrá modificaciones sustanciales en la política educativa, pues no se anticipa una ruptura del pacto del gobierno federal con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, mucho menos ante la inminencia de las elecciones. El sindicato que encabeza la maestra Elba Esther Gordillo es capaz de movilizar a un ejército de personas especializadas en "procedimientos electorales", y es de dudarse que el cambio en la Secretaría de Educación Pública busque, por ahora, que esta alianza resulte lastimada.
La tardanza en el nombramiento del nuevo secretario puede deberse a que aún no se había logrado un acuerdo satisfactorio entre estas partes.
Así, probablemente habrá una nueva diputada y un secretario de Educación completamente anodinos. Los cambios serán de gran utilidad; sin embargo, para lograr un objetivo perfectamente estructurado: mantener a la educación pública en un nivel de desamparo, que es el compatible con las expectativas de los principales partidos políticos –que no sobrevivirían ante una población educada–, lo que les permitirá continuar con una democracia ficticia y con el saqueo impune de los recursos de México.
Nota final: En el momento que escribo estas líneas, me entero de la designación del maestro Alonso Lujambio como nuevo secretario de Educación Pública. No tengo mucho que agregar a lo ya dicho.
El funcionario, que se desempeñaba como presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), ha sido el encargado del control de la información gubernamental, es decir, de lo que debe saberse y lo que no. Su perfil académico muestra que se ha formado, no en el ámbito de las instituciones públicas de educación, sino en las del sector privado, como el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la Universidad Yale. No se aprecia en su currículo experiencia en los temas educativos, pero sí en el campo de la ciencia política. De acuerdo con la página electrónica del ITAM, en el que se ha desempeñado como profesor, sus temas de interés son las elecciones, los sistemas electorales, los sistemas de partidos y las relaciones Ejecutivo-Legislativo.
Así, no llega a encabezar la SEP un conocedor de la educación, sino un experto en elecciones, lo que refuerza la idea de que el enroque en el gabinete de Calderón obedece a objetivos electorales que claramente se encuentran hoy por encima del interés –que debería ser prioritario– de atender las grandes necesidades y el drama que vive la educación pública de México.
Publicado en La Jornada.7 de abril de 2009
11-Abr-2009
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Ivonne Melgar
Josefina: audacia e ingenuidad
Creyó Vazquez Mota que su tarea era contener a la más poderosa de México; ponerle un hasta aquí
al clientelismo del sindicato magisterial.
A finales de 2008, la secretaria de Educación Pública le entregó un regalo al presidente de la comisión del ramo en San Lázaro, el diputado perredista Tonatiuh Bravo Padilla: el llavero de una Hummer. Tronaron las carcajadas.
Disfrutada por la autora y el destinatario, la broma era eco del mayor repudio hacia Elba Esther Gordillo por el reparto de una docena de esas camionetas a sus fieles del SNTE. De manera que Josefina Vázquez Mota y la oposición en el Congreso tenían algo común qué celebrar: el escarnio social sobre la villana favorita del sexenio que era exhibida en sus usos y costumbres.
Más allá del chiste local entre una integrante del gabinete panista y un legislador perredista, la anécdota del llavero muestra hasta dónde se equivocó la ex titular de la SEP en su encomienda presidencial.
Creyó Josefina —y quizá en ello avanzó como ningún priista avezado lo hizo—que su tarea era contener a la más poderosa de México; ponerle un hasta aquí al clientelismo del sindicato magisterial y aprovechar la firma de la Alianza por la Educación para restarle márgenes a la institucionalizada discrecionalidad con la que el SNTE viene determinando la enseñanza básica.
Aunque muchos entendieron, y bien, que aquel acuerdo entre el gremio y el gobierno no era más que la puesta en escena de una alianza personal del presidente Felipe Calderón con la profesora Gordillo, la secretaria Vázquez Mota pretendió jugar en grande y probar sus capacidades de operadora frente a la maestra de maestras en el tablero de las fichas políticas.
Pese a la incredulidad de quienes partieron del prejuicio de que Josefina era un títere, ella trazó con audacia e ingenuidad su propia ruta. Y, con los papeles firmados, intentó presionar a la lideresa en el cumplimiento de un principio básico en toda estructura académica y que, a nivel de retórica, se registró en la Alianza: el mérito de los maestros debe probarse.
Entrenada en la grilla con los gobernadores en tiempos de Vicente Fox, desde la Sedesol, Josefina tuvo con Elba Esther una relación de altibajos, a veces personal, íntima —de verse en San Diego, donde la sindicalista reside—; otras ocasiones fue de montaje, en actos públicos, con el presidente Calderón como árbitro. Pero principalmente fue un trato de mensajes cifrados, un juego de vencidas que hace una semana quedó a favor de la propietaria de Nueva Alianza.
Fue en ese juego que la ex secretaria logró golpear a la lideresa: desde la broma del llavero hasta el uso de los medios para decretar la muerte del reparto de plazas en la SEP, pasando por hacerse cercana al ex incondicional de la maestra, Francisco Yáñez, ex director de la Lotería Nacional.
Fueron esos golpes los que desataron la furia de Elba Esther, quien procedió a reclamar en Los Pinos la remoción de Yánez, misma que le fue concedida desde diciembre. Pero el sentimiento de traicionada persistía en Gordillo se dio cuenta que el papel firmado como Alianza iba a descobijarla si adquiría una pálida vigencia.
Y algo peor: su yerno, Fernando González, cada vez era más ninguneado por la secretaria y su equipo, que lo veían como “el subsecretario incómodo”. Eso le podía mucho a la maestra. Y decidió emprender, una vez más, con carácter de definitividad estratégica, una táctica que le había redituado con Juan Camilo Mouriño en Bucareli: desconocer a la titular de la SEP como su interlocutora.
Con ese propósito inició 2009 la mujer que desde hace 20 años es jefa de los tinglados del sindicato más numeroso de América Latina y que en ese trayecto logró doblegar al mismísimo Ernesto Zedillo y a Manuel Bartlett.
Esta vez tenía a su favor algo que le admiran quienes la conocen en la puja: el manejo del tiempo político.
Así que, considerando los cálculos electorales que el gobierno federal cuida en la antesala de su referéndum legislativo, tocó las puertas de Hacienda y Gobernación. Y se las abrieron. Aunque las recientes negociaciones se terminaron de afinar en la SEP, Elba Esther exigió que la foto se tomara en Bucareli.
Y Josefina perdió porque se sumaron en un solo momento las tres causas de su salida. Una: sin pertenecer al primer círculo calderonista, seguía con la mayor popularidad del gabinete. Dos: la dueña del SNTE exigía su cabeza. Y tres: la famélica caballada blanquiazul necesitaba una carta fuerte para la campaña.
Por eso temblaba en su despedida. Porque la sacrificaron. ¿Ha vivido usted ese descontrol del cuerpo? Lo que sé por experiencia, propia y colectiva, es que sólo ocurre cuando una tiene que afrontar públicamente el rechazo. O, más grave: el desdén, el desprecio, el reemplazo.
Y ese quizá fue el mayor error de la ex secretaria: haber actuado sin considerar que, a la hora de la verdad, se impondría el rechazo del primer círculo calderonista.
La desconfianza —antítesis del valor político, personal y humano más importante de la vida— la persiguió siempre. Decían los del fuego amigo, en tiempos de transición, que se iba a la SEP porque era igualmente corrupta que la lideresa magisterial.
Paradójicamente, Josefina cosechó credibilidad por no convertirse en aliada de la gran aliada. Y a unos pasos de los reflectores que tanto le gustan y tan bien maneja, podemos aventurar la idea de que ganó perdiendo.
A ella que siempre le pedían ponerse las pilas y que en los funerales de Mouriño padeció el señalamiento de Calderón de que el arreglo en Morelos era obra del desaparecido campechano, ahora la han despedido con fanfarrias y presidenciales: que si talentosa, generosa, creativa, líder. Y, lo mejor: elemento clave del triunfo presidencial y del proyecto de gobierno. Claro que las palabras vuelan, pero ahí están.
Y para colmo de males de quienes quisieran pisarle los talones, los activos de Josefina crecerán en las encuestas, en el juicio de aquellos que condicionan la democracia al fin del monopolio sindical, en las simpatías de los más críticos líderes de opinión que ya la ven como víctima de los pactos del poder, en la percepción del panismo militante y cupular que la adoptará cuando aumenten los votos a favor, mientras los delfines, pequeños todos aún, seguirán intentando sus pininos de lucimiento.
hay que agregar que josefina vazquez mota quiere su curul en la camara de diputados y va por el pan, por eso vamos a darle voto de castigo al pan, y a todos los partidos, acudamos a las urnas a anular nuestro voto.
ResponderEliminarNO ES POSIBLE CREER QUE LOS INTERESES POLITICOS DE UN PRESIDENTE SE ANTEPONGAN A UN INTERES COLECTIVO, COMO ES LA EDUCACION. CONSIDERANDO QUE DEBERIA SER PRIORITARIO PARA EL EJECUTIVO,PENSAR EN QUE LA EDUCACION MEJORE SUSTANCIALMENTE, RECURRIENDO A PERSONAJES DESTACADOS, CON EL PERFIL Y MÉRITOS SUFICIENTES PARA PROPONER UN MODELO EDUCATIVO PROPIO, DE ACUERDO A NUESTRA REALIDAD Y BAJO EL CONCENSO DE LAS BASES MAGISTERIALES QUE SON QUIENES CONOCEN Y SUFREN LAS NECESIDADES MÁS RELEVANTES EN LA DIFÍCL TAREA DE EDUCAR. EN MÉXICO,SIENDO UN PAIS DE MÁS DE CIEN MILLONES DE HABITANTES, ¿ACASO NO HAY UN DOCTOR EN EDUCACIÓN?
ResponderEliminarBasta ya de coaliciones perversas entre el Ejecutivo y el SNTE. Debieran investigar a la Gordillo de donde sacó el dinero para comprar las camionetas hummer y con ello atar a su favor a los secretarios seccionales de cada estado para perpetuarse en el poder e imponer sus caprichos, dejando mal parado al PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, quien se ha dejado manipular
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