* ¡ QUÉ IMPORTA !
Y qué importa
pregunto yo,
qué importa que la dirección de la escuela se moleste
y me prohíba enardecida el uso de la palabra.
Y qué importa
si por callarme no cesará la injusticia
ni el engaño a los maestros, ni la mentira al pueblo,
ni el asesinato flagrante a los incipientes deseos
de liberación.
Y qué importa que los achichincles de la secretaría
se pongan verdes de coraje
cuando canto mi canción por licenciatura,
con todo su mensaje de verdad, en lenguaje solitario.
Y qué importa que los esquiroles de la secretaría
sean fieles lame botas dispuestos a morir
en el cumplimiento de su traición.
Y qué importa si no estoy muerto
y qué importa pregunto yo.
Qué importa que el sindicato ponga el grito en el cielo
cuando llevo mi palabra directa y verdadera
a los más recónditos sentimientos de mis camaradas.
Y qué importa que el sindicato me desplace y me condene,
qué importa que los charros vociferen y maldigan,
si esta base tan confusa, dispersa desde hace tiempo,
se está cansando de imposiciones y dedazos.
Si la educación al servicio del pueblo,
se ha petrificado en el cinismo
de la mediocridad de los preclaros líderes.
Qué importa que el sindicato
dé la puñalada trapera al camarada
si no va a conseguir silencio.
Qué importa que el perro ladre si no estoy muerto.
Qué importa que los hijos de la mamila oficial uniformada,
muestren sus dentaduras afiladas y calen
y calen a bayonetas a sus ladridos reglamentarios.
Y qué importa que retuerzan sus tripas
si hay vida en mi pecho,
hay ansias de libertad y de cambio.
Qué importa que prefabriquen y asesinen
seguiré luchando porque yo soy pueblo, yo unidad,
yo explotado, yo trabajador, yo maestro,
yo que estoy aquí, yo, yo, yo, no estoy muerto.
Y qué importa
que aparezca en la nómina oficial cada quincena,
vendo mi fuerza de trabajo que la tengo y es mía,
pero no han comprado mis ideas ni mi voz,
ni mis acciones porque éstas nunca estarán en venta.
Nace mi grito rebelde para destruir lo putrefacto del sistema,
más no para figurar en escaparates de mercancías,
mi voz no es mercancía, mi voz no está en venta.
Qué importa que mi cheque sea oficial
si el dinero es de mi pueblo.
Qué importa si yo no estoy muerto, ni mudo, ni ciego.
Qué importa que hoy esté triste.
El tiempo es eterno y mi deseo infinito.
Si hay alguien capaz de llamarme compañero,
aquí está mi mano,
abierta a la unión revolucionaria.
Aquí esta mi grito para no ser callado nunca.
Aquí está mi voz para decir verdades a mi pueblo.
Aquí está mi pensamiento para no ser engañado.
Aquí está un puño,
dispuesto a desmadrar a la más dura bayoneta.
Aquí está toda mi vida para no cansarse.
Aquí está un deseo inmenso de hacer la revolución.
Aquí está un buscador de sindicatos francos.
Aquí, está un maestro de México.
Aquí, aquí, aquí.
Aquí está mi voz y aquí estoy yo.
Modesto Lidio
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