Más vacaciones
Carlos A. Carrillo
Enero 1 de 1886
La sabiduría de los gandes maestros ,en este caso Carlos A Carrillo ,es rescatada por el Maestro Luis Hernáandez Montalvo quien nos envía esta colaboración que no requiere comentarios solo reconocer la vigencia de la pedagogía mexicana.
Sin duda que los maestros van á encontrar excelente el título y el fondo de este pequeño artículo; y los niños, si lo leyeran, lo encontrarían aún más excelente, si cabe esta comparación en nuestro idioma.
Más vacaciones. Sí, es justísima la causa que patrocinamos. Pero generalicemos más la expresión. Vacaciones son descanso para el maestro y para el alumno; queremos, pues, descanso más prolongado, disminución de trabajo escolar.
Porque en más de una población el trabajo en la escuela es abrumador; sí, abrumador para el discípulo y para el maestro. Si intentamos demostrar esta proposición, nadie nos lee, porque el artículo se alarga desmesuradamente; si no la demostramos, nadie nos cree más que los maestros. ¿Qué hacer en esta disyuntiva? Comparar: he aquí un rayo de luz. Las comparaciones van á sacarnos de un apuro.
Es cosa convenida que lo que hacen en los Estados Unidos y en Alemania está bien hecho. No en todo, sino tratándose de la escuela y de la educación. Comparemos, pues.
Muchos de nuestros maestros trabajan siete, y algunos ocho horas al día. En Alemania y en los Estados Unidos trabajan solamente seis.
Nuestros maestros dan clases los seis días de la semana, ó sea, veintiséis días al mes. Los alemanes dan cinco días a la semana; varios norteamericanos veinte al mes. Sí, hay Estados de la Unión Americana en que la ley prohíbe terminantemente la asistencia á la escuela por mayor número de días.
Algunos de nuestros maestros disfrutan doce días de vacaciones; los norteamericanos disfrutan dos meses. Y algunas veces más; no poco, sino mucho más.
Diferencia: 998 horas al año, 1 Pedimos, pues, 998 horas menos de trabajo para los maestros que están más recargados; 800, 500, 300 cuando menos para los más favorecidos.- ¡Ah! 998 abruman, cuando van añadidas á la carga gravísima que pesa sobre los hombros de los que están consagrados á formar a los niños, á educar las almas!
Pero no queremos estas horas hacinadas al vencerse el año; no.
Queremos que el día escolar tenga seis horas; la semana escolar, cinco días, el mes escolar, cuatro semanas, el año escolar, diez meses, cuando más. Lo queremos en interés del niño, en interés del maestro, en beneficio de la educación. No midáis con avaricia el descanso al niño, que descanso en su edad quiere decir bienestar, y crecimiento y vigor físico, y triple ardor para el trabajo intelectual después.
No escatiméis el descanso al maestro, que descanso para él, quiere decir cobrar fuerzas para desempeñar con entusiasmo y ardor su ardua y dificilísima tarea.
Si alguno nos replica: “las 998 horas que pedís, es un tiempo robado al trabajo, y por lo tanto, al aprovechamiento,” le responderemos sin detenernos, porque vamos de prisa: “no comáis, ni bebáis, ni durmáis, ni descanséis, porque es tiempo robado al trabajo, y por lo tanto al aprovechamiento; id, y así que lo hayáis hecho, volved por la respuesta.”
Una palabra más. Esta es á los maestros. El tiempo de vacaciones debe seros pagado, como si trabajarais. Y si alguno os dice: “no es justo que trabajéis diez meses, y recibáis salario por doce”, respondedle: “los diputados trabajan cinco meses, y reciben salario por doce, ¿por qué tenéis dos pesas y dos medidas”.
Otra palabra aún. Se trata de reparar una omisión. Los dos meses de vacaciones no los acumuléis; regadlos en el curso del año. Tres meses de trabajo, y quince días de descanso. Todavía un sistema mejor: trabajar dos meses; descansar diez días.
Si nos impugnáis, diciendo: “En ninguna parte se usa tal sistema,” os responderemos: “los hombres no son manadas de animales que siguen por donde va el cabestro, sino seres racionales y libres que pueden elegir su camino”.
La repartición de las vacaciones en el curso del año, la recomienda la higiene; la educación la exige.
Recapitulemos todo lo anterior; agreguemos algo.
1. En la semana solamente debe haber cinco días de escuela.
2. Conviene elegir el miércoles ó el jueves, como día de asueto, para aproximadamente la semana en dos partes iguales
3. Podrían también darse dos tardes de asueto, en vez de solo día.
4. En tal caso, conviene elegir las tardes del martes y viernes.
5. Podría reducirse el mes escolar á veinte días solamente. (Adoptadas las reglas anteriores, importaría poco que ésta no lo fuera.)
6. Cada dos meses se cerrará la escuela durante diez días, cuyo periodo será de vacaciones.
7. Si no fuere posible repartir de esta manera las vacaciones por oposición del vecindario á otro motivo atendible, se darán al terminar el año escolar, dos meses de vacaciones.
Durante este tiempo se pagarán á los maestros sus sueldos íntegros, como en los meses de trabajo. (Enero 1º de 1886)
1 El cálculo está hecho suponiendo de siete horas el día escolar, y de doce días las vacaciones. De estos doce días hemos deducido dos, que, dado el tiempo en que caen las vacaciones, no trabajarán de dos los festivos que hay en el curso de ellas.
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