miércoles, 28 de enero de 2009

¿POR QUE GRITAMOS?

Porque estamos recuperando nuestra Dignidad, nuestra identidad y nuestra autonomía

Gritar ¡ya basta! frente a la manipulación, frente al pisoteo, frente a la injusticia, es recuperar nuestra dignidad, descubrirnos sujetos de derechos, tenemos derecho a la vida, a la democracia, a que se tomen en cuenta nuestras opiniones, a que nos den cuenta de lo que hacen con nuestras cuotas, a elegir a nuestros representantes.

Pero también somos sujetos productores de derechos, si las leyes no funcionan, las cambiamos, si los “líderes” no funcionan y traicionan, los desconocemos y elegimos otros, si los estatutos han sido hechos para someternos y manipularnos, construimos otros.

La dignidad la hemos recuperado en este grito de liberación: ¡Ya basta!, ¡el magisterio unido, jamás será vencido” y todos los demás gritos que nos expresan y dicen a los demás: ¡Ya basta¡ y en este grito está expresado nuestro hartazgo y nuestra esperanza.

Esta esperanza está acompañada de la voluntad de conseguir lo que imaginamos, un sindicato democrático, el respeto de nuestros derechos y una nueva educación, es una voluntad decidida a alcanzar esa utopía, para la que hay que poner todo el coraje, todos los huevos o los ovarios, y se manifiesta en gritos, en marchas, en organización, en guardias, en congreso, en elección de nuestros comités, en consultas, en reuniones, en construcción de una nueva educación.

Querer construir una nueva educación, una nueva escuela, es recuperar nuestra identidad, de maestros y de mexicanos, es recuperar la memoria, de dónde venimos: porque venimos de la revolución, de la escuela rural mexicana, de los educadores del pueblo, de las luchas emancipatorias, de los maestros que construyeron la escuela y organizaron al magisterio: Rafael Ramírez, Moisés Sáenz, Raúl Isidro Burgos, Othón Salazar y tantos otros, es recuperar la esperanza en nosotros, en el magisterio, en nuestra vocación, en la sociedad, en los niños y jóvenes que tenemos que ayudar a convertirse en sujetos, capaces de gritar, de soñar, de utopiar. Es reconocer lo que somos y lo que queremos ser.

¿Quiénes somos? Sujetos, libres, conscientes, autónomos, capaces e crear, de imaginar, de soñar, con deficiencias, con fallas, con luces y sombras, con miedos, con envidias, con fuerzas, con debilidades, con generosidad, con heroísmos.

¿Qué queremos ser? Autónomos, libres, sujetos, con dignidad, con orgullo, conscientes de nuestra vocación para construir juntos el proyecto de sujetos, de sindicato, de educación, de estado, de país.

Primero nosotros gritamos desde nuestra cotidianidad, desde nuestro trabajo, desde nuestro vida, desde nuestro dolor, nuestros fracasos, nuestra experiencia de manipulación, de pisoteo, desde nuestra dignidad mancillada.

Después gritamos desde la ruptura con esa cotidianidad, gritamos ¡Ya basta! No toleramos más la burla, la manipulación, la mentira, el doble discurso, la corrupción, el abuso, el desconocimiento de nuestra dignidad: y por eso nos manifestamos: “Se ve, se siente, el magisterio está presente” “El maestro luchando, también está enseñando”

Y por último gritamos desde el lugar imaginado, utópico, a donde queremos llegar, “De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste…” sabiendo que éste dejará de ser utópico cuando lo alcancemos, por eso debemos seguir siempre imaginando, y caminando siempre, para que “no hagan callo las cosas, ni en el alma ni el cuerpo, que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la loza de los templos…” León Felipe
Ese mismo grito es el que tenemos que ayudar a que den nuestros alumnos y alumnas y que nuestras comunidades expresen, desde su cotidianidad, sufrida, marginada, desde su cultura, los engaños vividos, su terquedad en ser y el grito desde la ruptura con esa cotidianidad, el grito del ya basta, como lo dieron los indígenas en Chiapas, para gritar lo imaginado, lo todavía no existente, pero con la esperanza activa de alcanzarlo.

Pero no podemos quedarnos en la esperanza pasiva, ya elegimos a nuestros comités, ya tenemos legítimos representantes, este es el primer paso, aun faltan muchos que dar, no podemos dejar que ellos hagan todo, no podemos desanimarnos y bajar la guardia porque todavía no vemos lo imaginado, esto se construye poco a poco y con mucho coraje, con paciencia, con constancia, con prudencia, ser conscientes de lo que podemos alcanzar, pero andando, con la conciencia de que no es fácil liberarse de un cacicazgo de muchos años y de mucho poder, romper con la inercia en la que hemos estado tanto tiempo. Pero a caminar se aprende caminando y a sindicatear, sindicateando. Después de tanto tiempo de haber sido sometidos y engañados y sin la experiencia ni las mañas de los que se eternizaron en el sindicato de un puesto a otro, no es raro que tengamos fallas y tropiezos por no tener la experiencia, pero a caminar, caminando… y eso sí, nunca más las mañas y la corrupción.

Ahora si podemos hablar de dignidad, de identidad y de autonomía a nuestros alumnos y alumnas y a la comunidad entera, ahora si tenemos autoridad moral para formarlos y ayudarlos a crecer como sujetos. Ya dimos el primer grito, el del dolor, la rabia y la indignación al ver nuestros derechos pisoteados y estamos dando el segundo, el de la ruptura con la injusticia, con la mentira, el del desconocimiento de los traidores, somos muchos cabrones a los que es ahora imposible darles coscorrones. Debemos dar el tercero, el que se da en el lugar imaginado, en el todavía no alcanzado, el que tenemos que construir: un nuevo sindicato y una nueva educación, empezamos a darlo cuando elegimos a nuestros legítimos representantes, pero nos falta construir entre todos el sindicato que queremos, que soñamos, que imaginamos: el que nos apoye, defienda nuestros derechos, nos estimule y motive, y sancione justamente cuando sea necesario, pero, donde nos sintamos en casa. Y nos falta construir la escuela que queremos, que necesitamos, que soñamos, porque la finalidad, la meta es construir el país que queremos, que quieren todos los mexicanos pero que no se atreven o no saben como exigir, un país sin mentiras , un país sin impunidad, sin privilegios, sin exclusiones, sin injusticias, donde todos tengamos posibilidad de crecer, de vivir, de gozar.

A nosotros los educadores, los maestros nos toca esa tarea, despertar la esperanza, hacerla viva, esa es nuestra misión, para eso estamos llamados, nosotros los educadores del pueblo, el sindicato más grande y más poderoso de México, no hay en este país ningún gremio, ningún colectivo que tenga esa fuerza y esa posibilidad, seamos conscientes de lo que nosotros somos capaces de lograr; si alguien puede construir un proyecto de nación somos nosotros, a través de la educación, con un nuevo proyecto educativo que responda a las necesidades de los sujetos, de las comunidades, del país, eso es lo que esperan nuestras alumnas y alumnos, nuestras comunidades, el estado y la nación, no los defraudemos, pongamos todo el coraje, todos los huevos y los ovarios, vale la pena, eso es lo que le da sentido a nuestra vida, razón a nuestra profesión, valor a nuestra existencia, seremos recordados por lo que construimos: ¡La Educación al servicio del pueblo! ¡Un México para todos!

Gabriel Salom Flores
Tepexoxuca,Pue.enero 21 de 2009