viernes, 4 de junio de 2010

La escuela-empresa del SNTE

Gilberto Guevara Niebla

El SNTE ya logró meter varios caballos de Troya a la fortaleza de la SEP. Uno, la Alianza por la Calidad Educativa (ACE); otro, la persona que dirige la Subsecretaría de Educación Básica, cuyos estrechos vínculos con la líder del SNTE son conocidos; el tercero, la llamada propuesta de una norma oficial mexicana de servicios de calidad en la educación básica obligatoria (la NOM), un sistema de medición y evaluación de la eficiencia y la calidad de la escuela que el sindicato quiere imponer a la SEP.

Medir y evaluar no es algo malo en sí mismo, pero en este caso lo que se busca es aplicar criterios empresariales a la escuela y, al mismo tiempo, lograr un objetivo político. Se trata, como lo dice Roberto Rodríguez, de un sistema de normas y de un instrumento más para que el SNTE incida en el control del sistema educativo. Desde luego, formalmente se dice otra cosa. Se dice, por ejemplo, que lo que se busca es elevar los aprendizajes y asegurar que los egresados de las escuelas sean capaces de competir con cualquiera.

Esto se logra adoptando una modalidad de evaluación-gestión cuyo origen hay que buscarlo en el mundo de la empresa económica. ¿Ha oído usted hablar de ISO-9000? Es una familia de normas que apoyan “la implementación y operación de sistemas con gestión de calidad eficaces”. Se han identificado ocho elementos esenciales para lograr la gestión de calidad: a) enfoque al cliente; b) liderazgo; c) participación del personal; d) enfoque basado en procesos; e) enfoque de sistemas para la gestión; f) mejora continua; g) enfoque basado en hechos y h) relaciones mutuamente provechosas con el proveedor.

La Norma Oficial Mexicana es una secuencia del estándar ISO/WA2 (directrices para la aplicación del ISO-9001:2000 en la educación) para aplicar criterios de empresa a la escuela. La NOM implica evaluar: a) la gestión y administración de recursos humanos; b) el proceso de enseñanza-aprendizaje, y c) los resultados de aprendizaje, etcétera. Pero esto exige un sistema nuevo de autoridades que dirijan estos procesos.

Con este objeto el SNTE propone la creación de un nuevo aparato burocrático (a) una Coordinación Nacional para el Aseguramiento de la Calidad de la Educación; b) Una Subcoordinación de Planeación y Contenidos Educativos; c) una Subcoordinación de de Normatividad y Procesos; d) una Subcoordinación de Enlace Intersectorial, Infraestructura y Aprovisionamiento Didáctico, y e) una Subcoordinación de Evaluación Educativa.

A la cabeza de esta nueva burocracia existiría la Comisión Nacional para el Aseguramiento de la Calidad Educativa (CNACE). El sindicato demanda que este organismo-cabeza funcione de forma paritaria, es decir, un año estaría en manos del SNTE y el siguiente en manos de la SEP.

Se trata, ni más ni menos, de un cogobierno entre agentes que, se asume, son iguales.

Aunque sabemos que la Constitución sólo autoriza al Estado para dirigir la educación nacional (con todo lo que ello implica), se preguntará usted justamente: ¿qué demonios tiene que ver el SNTE, una entidad privada, con la evaluación educativa? Legalmente, nada. Pero al parecer hay instrucciones que vienen “desde lo alto” para que el SNTE consume su absurdo proyecto de sujetar la escuela a patrones empresariales.

Increíble, ¿no? Digamos de paso que el proyecto de la NOM supone crear una “SEP paralela”, un shadow ministry con funciones reales que –es fácil pronosticar– terminaría por paralizar la educación nacional. Esto, sin hablar de recursos financieros que, sin duda, se requerirán en montos considerables. ¿Qué pretende el SNTE con este proyecto? ¿Qué está ocurriendo en educación? ¿Hasta dónde se va a permitir que el SNTE atropelle las reglas y manipule la educación a su gusto? ¿Nadie en este país puede poner en su lugar al SNTE?