lunes, 22 de noviembre de 2010

La Revolución Mexicana, las profesoras y los estudiantes poblanos.

Luis Hernández Montalvo.

LA EDUCACION PÚBLICA A LA DERIVA.

Con una suspensión de clases durante los días 18 y 19 de noviembre en el sistema educativo poblano y con la realización de un desfile escolar y militar, entre otros rituales pretendidamente cívicos, han concluido los festejos del Primer Centenario de la Revolución Mexicana en la entidad poblana.

La Ley General de Educación establece la posibilidad de que la autoridad educativa local: …podrá ajustar el calendario escolar respecto al establecido por la Secretaría, cuando ello resulte necesario en atención a requerimientos específicos de la propia entidad federativa. Más adelante en el artículo 52 de la propia Ley, deja muy claro lo siguiente: …la suspensión de clases, sólo podrán ser autorizadas por la autoridad que haya establecido o, en su caso, ajustado el correspondiente calendario escolar. Estas autorizaciones únicamente podrán concederse en casos extraordinarios y si no implican incumplimiento de los planes y programas ni, en su caso, del calendario señalado por la Secretaría.

La Ley General de Educación contempla que: El calendario deberá contener doscientos días de clase para los educandos, por lo tanto, de presentarse alguna interrupción, por caso extraordinario, o por fuerza mayor: …la autoridad educativa tomará las medidas para recuperar los días y horas perdidos.

La Ley es la Ley, el problema está en que no existe autoridad que la haga cumplir. En todo el país se suspenden clases con cualquier pretexto. Los profesores y directores de escuela suspenden clases por eventos de carácter político y sindical. Durante los periodos de campaña electoral, los profesores son distraídos de sus funciones docentes para promover el voto a favor de la élite política del sindicato que se promueve en los puestos de elección popular, o en la construcción de un partido pretendidamente del sindicato como lo es el Partido Nueva Alianza ahora y antes en el Partido Revolucionario Institucional.

Con cualquier pretexto, los profesores abandonan las aulas, sin el menor respeto a la Ley, pero esto es posible porque en las oficinas de Donceles, no existe un Secretario de Educación Pública que cumpla con su trabajo de velar por el respeto a la Ley, que establece “doscientos días de clases para los educandos”.

Este ha sido el principal homenaje de la clase política poblana y del país a los que hace cien años, lucharon por dotarnos de un país más justo. Hoy los niños y jóvenes salieron a las calles a lucir sus uniformes escolares en pasos cadenciosos y marciales, pero con un gran vacío en su formación histórica, en tanto siete millones de jóvenes del país, ni estudian, ni trabajan y sesenta millones de mexicanos son asolados por el flagelo del hambre, la insalubridad y las enfermedades.

Más de treinta mil muertos por la violencia han enlutado hogares de mexicanos que ya no viven en paz, el odio crece en todo el país, las víctimas inocentes suman miles, la desconfianza en los líderes políticos se acrecienta y la delincuencia se incuba en las aulas, en la calle y en los propios hogares.

Y aún falta la violencia política que ya se ve venir para el 2012. Los líderes de los partidos han secuestrado el carácter ciudadano de los órganos electorales, y es la hora que aún no se ponen de acuerdo para integrar a los nuevos Consejeros Electorales del IFE. Las televisoras y las fuerzas llamadas fácticas hacen su apuesta por un candidato dócil a sus intereses y la lucha por controlar los privilegios de la clase política se acentúa con la complicidad de franjas importantes de intelectuales y académicos ligados al poder económico del país.

Los trabajadores no tienen liderazgos confiables, el gobierno federal destruye los sindicatos y las instituciones de seguridad pública construidos a lo largo del siglo veinte, la corrupción y la inmoralidad se apodera de la escuela, de las iglesias y de las distintas esferas del gobierno en todos sus niveles y están rotas las fronteras entre delincuencia y legalidad.

PROFESORAS Y ESTUDIANTES POBLANOS.

A cien años del inicio de la Revolución Mexicana, nadie reconoce el sacrificio heroico de los estudiantes del Colegio del Estado de Puebla, hoy BUAP, de la Escuela Normal, hoy BINE; del Instituto Metodista; hoy Normal México, Instituto Madero y UMAD, de la Universidad Católica y de los estudiantes del Seminario Palafoxiano, que participaron en el movimiento atirreeleccionista de Puebla en 1910.

En el registro de las crónicas de la época, el 7 de julio de 1910, el Jefe Político, Joaquín Pita negó un permiso a los estudiantes que integraban la directiva estudiantil poblana atirreeleccionista, en la que destacaban los estudiantes Alfonso G. Alarcón, Luis Sánchez Pontón y Salvador R. Guzmán.

Los antirreeleccionistas fueron citados en la plazuela de San José, -dice la crónica-: …fuerzas rurales los rodearon. A las 9 de la noche aquel día 7, la imponente multitud continuaba haciendo acto de presencia en San José, en las calles, y en el zócalo. Habla Atenodoro Gómez. “Los nervios alcanzaron una tensión imposible de resistir y a todos los ánimos se registraba el mismo fenómeno. Todos los pensamientos llegaban a la misma conclusión. No podía prolongarse aquello. O la multitud se precipitaba contra la fuerza armada ó ella contra la multitud. No era posible otra cosa. Tenía que ser”.

En otra parte de la crónica se escribe: “Al escuchar el disparo, la policía montada, con don Miguel- Miguel Cabrera, el mismo que disparó a don Aquiles Serdán- a la cabeza, partiendo de los cuatro ángulos de la inmensa plazuela de San José, cargó contra la inmóvil masa de indefensos que tenía delante y ésta se dispersó, satisfecho de que aquello concluyera tan benignamente, pero don Miguel tenía en la retina la obsesión de aquel hormiguero fascinante y no se dio cuenta que se había deshecho y huido, no a su frente, sino a su espalda; porque no eran los hombres del pueblo quienes para encajonarse en las calles y se retiraron cargando sus heridos y muertos por ambos flancos del Cuartel de San José, San Francisco y Xonaca. Todavía a las once de la noche la vieja alcantarilla que desagua la conjunción de vertientes de Loreto y Guadalupe era testigo de cómo se hacía de ella hospital de sangre y en las canteras se habían encontrado grupos que habían ido hasta aquellos lugares, “para pertrecharse” y para esconderse otros”.

Más adelante, la crónica refiere lo que sucedió después “Cabrera no vio la maniobra, confundió los términos de su perspectiva y como lo que veía por todas partes era gente se arrojó machete en mano por la brecha de la luz que le ofrecía la Calle Real de San José atestada con toda su longitud y prolongación hasta llegar al Zócalo, por curiosos, familias, mujeres, niños, ancianos. Arrolló cuanto encontró a su paso y seguido por sus jinetes endiablados dio golpes a diestra y siniestra sin mirar a quien pegaba. La gente tomada por sorpresa, acorralada entre los edificios de uno y otro lado de la calle y por la caballería de Cabrera a su retaguardia, no veía otra salida que correr hacia adelante, hacia el Zócalo, atropellándose y perdiendo la oportunidad de las esquinas, temerosos de aislarse o de encontrar en las calles transversales otros ocultos enemigos”.

“Después de los sucesos narrados, tras la proclamación oficial de que la victoria quedaba de parte de los reeleccionistas, antes de que fuera proclamado y conocido el Plan de San Luis, se encontraban prácticamente levantados en armas, dispersos por los pueblos, rancherías y montes, escopeta, pistola, rifle o machete en mano dispuestos a no dejarse aprehender y a vender caras sus vidas. El Plan de San Luis los reunió, los organizó y les dio jefes; pero todo esto lo hubieran encontrado ellos solos, al correr del tiempo”

Culmina esta crónica –publicada en Puebla a través de los siglos, por ediciones culturales García Valseca- “Entre los hombres de Serdán, Eustacio Paleta, Dolores López, Pedro Morales y otros, estaban en esas condiciones desde el día siguiente de la manifestación del 7 de julio”

“Otros correligionarios, como Benito y Antonio Rousset, Andrés Robles, Manuel Velázquez y Francisco Yépez Silva, intensificaban las colectas para reunir armas y parque”.

Las fiestas del Bicentenario del inicio de la lucha por la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana, han concluido. ¿Sería mucho pedir que los Jefes Políticos de la BUAP colocaran un monumento conmemorativo a la Generación de 1910? ¿Tal vez una simple placa? Y a los desmemoriados normalistas del BINE, ¿Algún día reconocerán la participación de la profesora Paulina Maraver en la lucha antirreelecionista de los hermanos Serdán? ¿y las mujeres de todo signo político, algún día incorporarán a las heroínas de la Revolución en Puebla, entre las que destacan profesoras, amas de casa, entre otras?

Espero que los festejos sean un buen pretexto para investigar e incorporar nuevos contenidos en los Programas de Educación Básica, tanto de la escuela pública como privada. hernandez_luis21@yahoo.com.m