martes, 27 de marzo de 2012

Miss Amway y la evaluación universal


Luis Hernández Navarro
La Jornada.26 de marzo de 2012

Ana María Aceves Estrada es la flamante directora general de Evaluación de Políticas de la SEP. Fue, además, "vendedora diamante" de Amway. El pasado 21 de marzo participó en el foro Evaluación universal en el marco de la reforma educativa, organizado por el Senado y la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Aunque llegó tarde a la reunión, fijó la posición de las autoridades educativas ante la evaluación universal.

La licenciada Aveces justificó la evaluación diciendo: "tenemos que ser conscientes de que los padres, las madres de familia, la sociedad organizada, incluso los propios legisladores, la sociedad en general y muchos maestros están demandando mayor calidad educativa; eso es un hecho, no podemos cerrar los ojos ante ello".

Sostuvo que lo que la SEP quiere evaluar es lo que un maestro debe conocer de su práctica docente; son los planes, los contenidos y los programas de estudio. Se trata de detectar fallas y capacitar a los mentores.

Sin abrir resquicio alguno a la negociación sentenció categórica, sin fundamentos legales o pedagógicos: "la evaluación universal va".

La funcionaria tuvo que escuchar pacientemente las quejas de los maestros de la CNTE. Para "tranquilizarlos" dijo que la evaluación que se les aplicará no es para correrlos ni para exhibirlos ni para afectar sus derechos laborales. Les aseguró que los resultados obtenidos no van a ser divulgados de manera denigrante.

Los reclamos de los profesores tienen tras de sí una historia. Desde hace unos años, las autoridades de la SEP han filtrado a la prensa, sin proporcionar el contexto de su aplicación, los resultados de los exámenes de admisión para ocupar nuevas plazas, presentando a los aspirantes como un ejército de perdedores y reprobados.

Incrédulos como son, los trabajadores de la educación desconfían de ella y de las autoridades educativas. Para muchos de ellos, la trayectoria profesional de la directora general de Evaluación de Políticas de la SEP es suficiente para ser incrédulos.

Perteneciente a una generación de funcionarios públicos creyente en el mercado como escuela de virtud, Ana María Aceves tiene como uno de sus méritos para ocupar su puesto haber sido distinguida con la designación de "vendedora diamante" de Amway.

La American Way, como se sabe, es una compañía de marketing, que comercializa productos para la salud, la belleza y el cuidado del hogar, basada en la venta directa de persona a persona. La empresa ha sido fuertemente cuestionada en los países donde opera y en Estados Unidos ha sido obligada a cambiar sus prácticas comerciales. Los "vendedores diamantes" son las estrellas de la corporación.

Aceves comenzó a trabajar en la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar de San Luis Potosí (USEDSLP) en tareas poco relevantes. Según narra Eduardo José Alvarado Isunza, escaló puestos en la institución con el apoyo de José Luis Cervantes, delegado de la unidad y asesor privilegiado de Carlos Jonguitud Barrios, durante muchos años cacique sindical y hombre fuerte del estado. Con Cervantes, Ana María montaba a caballo en el rancho del funcionario en Ozuluama. Mientras, se ganaba unos centavos de más vendiendo en las oficinas "cremas blanqueadoras y pastas de dientes".

La hoy directora general de Evaluación de Políticas de la SEP tejió una eficaz red de relaciones políticas y administrativas, desplegó exitosamente su talento para los negocios y estudió la licenciatura en administración en la Universidad del Centro de México, sorteando los retos educativos con el apoyo de varios maestros. Así fue designada secretaria de Educación de San Luis Potosí durante la administración de Fernando Silva Nieto. Según Carlos Torres, la licenciada Aceves promovió, siendo secretaria de Educación, una estructura comercial de la firma trasnacional con funcionarios y personal de la misma secretaría, quienes en sus "ratos libres" vendían los productos. Tiempo después, ya en plena era de los gobiernos panistas, saltó a la SEP, para hacerse cargo de las evaluaciones.

Desde su influyente cargo en la SEP, Ana María Aceves se ha dedicado a vender las virtudes de la evaluación universal como si fueran productos de belleza. De la misma manera que en el pasado se tragó completa la propaganda de la empresa trasnacional para la que trabajaba, ahora se dedica a publicitar las recetas educativas expedidas por organismos multilaterales como el Banco Mundial y la OCDE, como si fueran la panacea a nuestros problemas de enseñanza.

Ofrezca lo que ofrezca la vendedora Aceves, la evaluación universal pretende despedir a los maestros de base. No son sospechas. La CNTE ha documentado que los compromisos internacionales del gobierno mexicano con la OCDE que sustentan la evaluación universal establecen expresamente la disposición de despedir a los maestros que no cumplan con el nivel señalado.

Pero, más allá de la desconfianza que a los maestros democráticos provoca en lo particular la funcionaria encargada de las evaluaciones de la política educativa nacional y vendedora diamante de Amway, su incredulidad se extiende hacia las autoridades educativas en su conjunto. Se trata de un recelo institucional. La disidencia no confía en la imparcialidad y objetividad de la SEP y el SNTE para la evaluación.

Su rechazo, sin embargo, va más allá: proviene de la evaluación universal misma, pues se trata de una medida que rompe las conquistas laborales, mina la estabilidad en el empleo, precariza el trabajo y desnaturaliza el sentido de la actividad docente. Deja sin futuro a los maestros, sobre todo a los que comienzan a serlo.

La CNTE no se opone a la evaluación. Por el contrario, propone un ejercicio integral y plural, construido sobre la base de las identidades múltiples que constituyen la identidad nacional. Una evaluación que surja desde las escuelas y regiones y converja a nivel estatal y nacional como parte de un proceso de recuperación de la educación desde abajo. Algo que, por supuesto, Miss Amway y los tecnócratas educativos de la derecha no pueden digerir.