domingo, 17 de septiembre de 2017

El encanto de su feminismo




Después del sismo: homenaje a Juchitán de las mujeres

Elena Poniatowska

Foto :Nuestra señora de las iguanas (1979), fotografía de Graciela Iturbide

Hace más de 40 años, mi gran amiga Margarita García Flores y yo fuimos a Juchitán, a la bellísima Casa de la Cultura, invitadas por el poeta y lingüista Víctor de la Cruz. Dos días antes se había casado con una joven Isabel, delgadita y risueña, quien vivía en Unión Hidalgo. Con Víctor de la Cruz, historiador zapoteca y ganador del respeto de filólogos y maestros universitarios, además de dar conferencias (Margarita disertó sobre José Revueltas), conocimos al fotógrafo Guillermo Petrikowsky, quien nos llevó a ver las tumbas de los padres de Demetrio Vallejo, en Espinal. Un ferrocarrilero alto y valiente, Juan Bante, entre otros trabajadores del riel, nos contó la huelga de 1959 en la ciudad de México, cuando Vallejo logró paralizar todas las locomotoras de nuestro país y las juchitecas se acostaron con sus enaguas sobre los rieles para que a ningún maquinista se le ocurriera arrancar su máquina.

Recuerdo con emoción la ventanilla del telegrafista en la estación de Mogoñé, tras de la cual Demetrio Vallejo, telegrafista, enviaba sus mensajes en código Morse, y a veces salía a recibir el tren. En esa época, Francisco Toledo se encontraba en Francia. Margarita y yo saludamos a la familia Musalem (dueños de una tienda y de un hotel) y a otros juchitecos, todos parientes de Andrés y Alfa Henestrosa. El mercado de Juchitán resultó un tesoro con sus mujeres coronadas de iguanas que las vendían todavía vivitas y coleando para hacer un guiso que sólo se come en Oaxaca con totopos del tamaño de la luna. Fuimos muy felices y prometí regresar con mis hijos, entonces pequeños, pero el único que ha viajado a Oaxaca es Mane, el mayor, amigo de Francisco Toledo y de sus primeros hijos, sobre todo de Natalia, la poeta. Años más tarde, en 1os años 80, habría yo de ser testigo de la fundación de la Coalición Obrero Campesino Estudiantil (Cocei) y atestiguar cómo fueron golpeados Francisco Toledo y Víctor de la Cruz, a quienes los cuicos persiguieron por un campo de maíz hasta alcanzarlos. Los empresarios de las dos radios comerciales priístas encimaron su señal sobre la de la radio de la Cocei, pero, a pesar del acoso, de seis a ocho de la mañana, los campesinos denunciaban atracos e injusticias.

Juchitán fue para mí un descubrimiento y más tarde, cuando tuve el privilegio de escribir el texto para el libro de la extraordinaria fotógrafa Graciela Iturbide, Juchitán de las mujeres (publicado por Toledo), recordé el impacto que causaron las gestas de los juchitecos.

En Juchitán los hombres no encuentran dónde meterse si no es en las mujeres, los niños se cuelgan de sus pechos y las iguanas miran el mundo desde lo alto de su cabeza. En Juchitán (400 kilómetros al sur de Oaxaca, en el Istmo de Tehuantepec) los árboles tienen corazón, los hombres el pito dulce o salado, según se apetezca, y las mujeres están muy orgullosas de serlo, porque llevan su redención entre las piernas y le entregan a cada cual su muerte, "la muerte chiquita", se le llama al acto amoroso.

Decía Andrés Henestrosa: "En las juchitecas no hay ninguna inhibición ni cosa que no puedan decir, nada que no puedan hacer. No sé cómo son. La juchiteca no tiene ninguna vergüenza; en zapoteca no hay malas palabras. Cuando fui candidato a senador exhorté en la plaza a las mujeres en zapoteco, que es una lengua tonal, y las vocales son las mismas que en castellano: aeiou, mismas que se alargan a la voluntad aaeeiiooouuu, haciéndolas aún más dulces". Basta una pequeña inflexión, una pausa o el cambio de una letra, una mínima reticencia para que una palabra transforme el universo.

–Ayúdenme –les rogó Andrés– que yo les ayudaré.

Entonces, una de ellas lo interpeló: "Shinú, Andrés, ¿dijiste, ayúdame o acuéstate conmigo? Porque si es lo segundo pido mano".

–Venga usted con nosotras, Andrés, venga a la cueva.

Hicieron una gran tamalada, trajeron cuatro marimbas y Henestrosa bailó sones y sandungas con mujeres grandotas, mujeres montaña, mujeres tambora, mujeres sonaja, mujeres a las que no les duele nada, macizas, entronas, el sudor chorreándoles por el cuerpo, deslizamientos peligrosos sus brazos, su boca en estricta correspondencia con su sexo, sus ojos doble admonición, mujeres buenas, porque son excesivas. Con estas jícaras hembras, en la batalla de flores bailó Henestrosa La Llorona toda la noche a sus 84 años hasta que se lo llevaron a la cueva.

La sandunga es el himno de Tehuantepec, al igual que La Llorona es el de Juchitán. Ambos son sones que pueden bailarse a ritmo de vals, ay, de mí, llorona, llorona de ayer y hoy, para atrás y para adelante, para la derecha y para la izquierda, meciéndose de un pie al otro, la enagua barriendo al compás sobre el piso de tierra apisonada. Las canciones son ancestrales, delicadas, melancólicas, lentas, tocadas en instrumentos primitivos, conchas, bongós, tambores con sus baquetas, las marimbas traídas de África, flautas de madera y de bambú llamadas pito, un tambor al que se le dice "caja" y el bigú indígena, la concha de una tortuga que cuelga del cuello del músico. Como dice Henestrosa, las canciones se cantan con lágrimas españolas en los ojos nativos. Pancho Nácar y Nazario Chacón Pineda entonan salmodiándolas las vicisitudes de las tortugas del arenal, ¡ay, pobrecito animal!, que salen del mar a poner huevos en la arena y se encuentran con su destino fatal. Para los europeos, las iguanas resultan horribles dragoncitos de cola larga con un espinazo de crestas espantosas erguidas en el aire, para los juchitecos el coyote es el animal más listo de la Tierra y sólo el conejo ha logrado ganarle la partida, los peces espada no son temibles, hay que cantarles la melodía de los pescadores cuando arrojan al agua su red atarraya. La canción del cocodrilo, la del jaguar, la de los cangrejos, la de la bandada de papagayos, los vuelven animales domésticos listos para sucumbir ante el encanto de las mujeres.

Dialogar en zapoteco es una alegría y una autoafirmación. Mientras muchos hablan "la idioma" con timidez ante los extranjeros, el zapoteco en Juchitán es un ir y venir de vocales armoniosas y dulces que armonizan la existencia, el regateo en el mercado, el amor en la hamaca. Los juchitecos no se sienten fuera de la modernidad como otros que hablan la idioma sólo entre ellos. Ser zapoteco es un privilegio y uno se siente fuera del juego. ¡Qué desgracia no saber zapoteco! Juchitán conserva todas sus tradiciones, su vestimenta, sus orígenes, y aunque muchos sean bilingües, se comunican en zapoteco y los niños dicen sus primeras palabras en zapoteco: "guchachi reza" (iguana rajada). (Años más tarde, Francisco Toledo habría de publicar su propia revista Guchachi Reza que ahora atesoramos quienes pudimos coleccionarla.)

En el primero de sus cinco desmandamientos juchitecos, Esteban Ríos asentó: "En todos los momentos de tu existencia amarás a las mujeres, bebiendo el néctar de sus prominentes pechos mientras tu mástil navega en sus grutas de fuego". En el segundo: "Adorarás la cerveza y el cigarro para elevar tu corazón al gozo de la vida etílica sin preguntar si hoy es lunes o sábado". Cuarto: "convivirás con las prostitutas y homosexuales y toda la monstruosidad terrenal y divina hallando en sus carnes la copulación prometida". El tercero y el quinto harían sonrojarse al más aguerrido de los desmandados.

Juchitán no se parece a ningún otro pueblo. Tiene el destino de su sabiduría indígena. Todo es distinto, a las mujeres les gusta estar abrazadas y allí van avasallantes a las marchas, pantorrilludas, el hombre un gatito entre sus piernas, un cachorro al que hay que reconvenir: "estate quieto". Caminan tentándose las unas a las otras, retozando, invierten los papeles: agarran al hombre que desde la valla las mira, tiran de él, meten mano mientras le mientan la madre al gobierno y a veces también al hombre. Son ellas las que salen a las marchas y le pegan a los policías.

Diez años antes, un movimiento político en Juchitán desafió a las autoridades y logró ganarle al PRI-gobierno y volverse una fuerza política de izquierda: la Cocei, que encabezaba Leopoldo de Gyves. El gobierno entonces atacó a Francisco Toledo, a Polín de Gyves, a de la Cruz, al fotógrafo Roberto Doniz, a Felipe Morales, de Ocotlán de Morelos. De Estados Unidos vino a estudiar el fenómeno de la Cocei el doctor Jeffrey Rubín, de la Universidad de Harvard y vivió en Juchitán con su mujer, la médica Shoshana Sokoloff, quien en un santiamén se hizo amiga de las juchitecas porque quería aprender de las parteras oaxaqueñas expertas en alumbramientos difíciles. ¡Qué privilegio traer a la vida a un nuevo juchiteco! Shoshana quedó asombrada por el hecho de que sus solas manos y un masaje sobre el vientre de la madre volteaban al niño que venía de nalgas para que naciera de cabeza. Jeffrey Rubin se volvió, como los demás juchitecos, experto en pesca y en traer de madrugada pescado fresco para la comida del mediodía. Shoshana invitó a las parteras a presentarse en hospitales de Estados Unidos. Jeffrey hizo un estudio sobre la lucha social de las mujeres que hasta embarazadas han sido sacadas de su casa por la fuerza, a veces con una pistola en la cabeza, esposadas, vendados los ojos y llevadas a la cárcel por sus ideales.

Detenidas sin orden de aprehensión, sus días de cárcel las hacen más bravas. A Vicky la metieron a una celda de un metro por uno 50 con 60 "cabrones", según sus propias palabras, acusada del delito de daño en propiedad ajena al pintar "Cocei" en las bardas.

"Está cabrón", dice Vicky como quien da los buenos días. Na’Chiña perdió a su hijo Víctor Diodo, y a los 86 años nunca se dejó ir. En las manifestaciones, las mujeres levantan sus puños en alto, y ella, chiquita, temblorosa, con sus brazos secos y su cabello blanco, yergue la fotografía enmarcada de su hijo.

Cuando el líder Demetrio Vallejo, oriundo de Espinal, Oaxaca, inició la gran huelga de trenes que paralizó al país en 1958, no tenía la certeza de que todos los maquinistas obedecerían la orden. En la estación, en la que los vallejistas dudaban del maquinista, las juchitecas se acostaron sobre los rieles. Ver a 25 mujeres tendidas una a lado de la otra fue para los rieleros una imagen que atesorarían de por vida. "¡Imposible defraudar a semejantes hembras!", recordó en Mogoñé Demetrio Vallejo, cuando le hicieron un gran recibimiento a los 12 años de su encarcelamiento. Lo primero que hizo al salir de la prisión de Santa Marta Acatitla fue viajar a Oaxaca. Mucho le hubiera indignado, años más tarde, la muerte de Lorenza Santiago, que embarazada cayó de un balazo en una manifestación en contra del fraude del PRI, mientras otro disparo destruía el cráneo del niño que llevaba dentro.

Juchitán es un espacio mítico donde el hombre encuentra su origen y la mujer su esencia más profunda. "Esto es lo que debo ser". "Ningún hombre, mujer o niño, por muy humilde que sea, será capaz de reconocer la superioridad de un individuo perteneciente a otra clase social", escribe Miguel Covarrubias. "No existe el comportamiento evasivo ni la humildad servil que caracteriza a ciertos pueblos, cuya fortaleza de carácter ha sido minada por la represión directa de una clase social". En el mercado, la mujer responde con desparpajo a los piropos o a los comentarios subidos de color. En el baile también. Son los hombres los que mueren de amor. Ninguna se deja, o como dice Jesusa Palancares, "allá no hay lugar para las dejadas que han de estarse quemando en el infierno, puro tizones en el fundillo".

A Francisco Toledo



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Chapulines en MORENA

Francisco Baeza [@paco_baeza_]. 12 de septiembre de 2017.

La semana pasada, John Ackerman se dio un banquete de chapulines. Estos bichos políticos fueron protagonistas de la reunión organizada por MORENA en el Instituto Vélez Pliego, en Puebla. Ackerman ha sido testigo privilegiado del proceso evolutivo de MORENA. Atestiguó su surgimiento, con el objetivo único de soportar la tercera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2012, y su conversión en partido político, cosa de realpolitik, porque la campaña permanente necesitaba mamar del presupuesto público para sostenerse, en 2014. Al intelectual orgánico también le ha tocado presenciar cómo el partido ha crecido a un ritmo acelerado, descuidada y descontroladamente y cómo ha sido desbordado por políticos de todos los orígenes que animados por sus altísimas expectativas de éxito, por la fortaleza de la marca AMLO, por los resultados electorales y por las estimaciones de las encuestas han saltado a sus filas.

El encuentro entre los chapulines y los fundadores del partido no ha sido amistoso. El caso de Puebla es especial por lo que la entidad representa en el contexto nacional, pero, seguramente, lo que ocurre aquí ocurre en todos los escenarios, especialmente en aquellos que renovarán gubernatura el próximo año. Los fundadores resisten a la desesperada el desembarco de políticos que, en lo general, son más competitivos, tienen más tablas para ganar elecciones y ser gobierno y más recursos y mejores estructura para satisfacer el tributo electoral lopezobradorista. En consecuencia, exigen espacios. A los carmines poblanos les están obligando a elegir, parece, entre dos chapulines de distinta especie: Enrique Cárdenas, una imposición que satisfacería a los intereses de la (ultra)derecha, o Alejandro Armenta, un expriísta que devolvería el poder a un sector del tricolor. Si se estableciese el criterio de fumigarlos a todos, como alguno proponía en la reunión en el Vélez Pliego, podría abrirse una tercera vía, despejando el camino al muy de la casa Rodrigo Abdala. El sobrino de Manual Bartlett sería una opción con la que todos podrían estar de acuerdo.

La lucha fratricida por los espacios, agudizada, por supuesto, en tiempos preelectorales, desvía la atención de lo importante: ¡llevar a López Obrador presidencia de la República, en 2018! Sírvanos de paradigma el caso poblano: para evitar abrir un boquete de proporciones monrealistas en el proyecto lopezobradorista, el encono entre los aspirantes a puestos de elección popular debe resolverse, si no mediante la vía de la fumigación, sí mediante el complicado arte de los acuerdos políticos. Algún punto de acuerdo encontrarían los favoritos, Cárdenas, un perfil ciudadano, impoluto, que lavaría el rostro del partido y de su dirigente nacional en una época en la que los partidos políticos y los políticos son despreciados, y Armenta, quien aportaría una estructura saludable para promover el voto lopezobradorista y, sobre todo, para movilizar a los votantes y defender las casillas el día de la elección.

La lucha sectaria al interior de MORENA puede derivar en un parlamento como lo fue el PRI o en un akelarre como lo es el PRD. ¿Cómo sumar, incluir los distintos proyectos personales sin desviar el rumbo del Movimiento? ¿Cómo hacer prevalecer los acuerdos políticos? López Obrador sale al paso con una solución salomónica: —Nadie puede secuestrar MORENA —dice —; ni los que están ni los que llegan. Nadie, pues; ni siquiera él. El todopoderoso líder nacional de los carmines debe permitir y todos los participantes de la vida política del partido deben exigir una democracia interna verdadera; procesos transparentes, piso parejo para los aspirantes, pesos y contrapesos eficientes. Solo el imperio de la justicia hacia adentro dotará al partido y a su dirigente nacional de legitimidad hacia afuera…

John Ackerman regresó a Ciudad de México con la maleta llena de inquietudes. ¿Cómo coexistir tantísimos intereses personales en un proyecto de Nación?

Dicen que el muy amable Héctor Díaz-Polanco hace de departamento de quejas y sugerencias de MORENA. ¡Tendrá la oficina atiborrada estos días!




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Feminismo comunitario



MARCHA EN PUEBLA, CONTRA FEMINICIDIOS

Feminismo comunitario-Bolivia.
 Un feminismo útil para la lucha de los pueblos

Adriana Guzmán
http://conlaa.com

El feminismo comunitario no es una teoría, es una acción política que se nombra, pero por supuesto hemos aprendido que además de luchar por el territorio, además de luchar en las calles, hay que luchar en el territorio de las palabras, hay que disputar la hegemonía de los sentidos y significados del pensamiento eurocéntrico.


El feminismo comunitario fue parido en Bolivia dentro del proceso de cambio llevado adelante por un pueblo que quiere vivir con dignidad, un pueblo que está cuestionando al sistema patriarcal, capitalista, neoliberal, colonial, transnacional, un pueblo comprometido con la despatriarcalización, la descolonización y la autonomía. El feminismo comunitario no es una teoría, es una acción política que se nombra pero, por supuesto, hemos aprendido que además de luchar por el territorio, además de luchar en las calles, hay que luchar en el territorio de las palabras, hay que disputar la hegemonía de los sentidos y significados del pensamiento eurocéntrico. Consecuentes con esa lucha, nos llamamos feministas y construimos nuestros propios conceptos como un acto de autonomía epistemológica.

El feminismo comunitario hoy es un movimiento en Abya Yala que articula a hermanas de Argentina, Chile, Bolivia y México; es entonces una herramienta de articulación y lucha. Desde este feminismo que construimos cada día, creemos que sería injusto hablar de un movimiento feminista en América Latina y el Caribe, sí podemos hablar de colectivos y organizaciones, también de académicas y “estudiosas” que, en conjunto, no han logrado articularse pues siguen construyendo desde un feminismo colonizado y colonizante, sobre categorías insuficientes y fragmentadas, haciendo luchas temáticas, por los derechos, por la diversidad, por la inclusión, alejándose de la lucha contra el sistema. Hablamos de un feminismo que, al dejar de nombrar y de ver al patriarcado, o al reducirlo a la relación de los hombres hacia las mujeres, ha perdido la perspectiva revolucionaria y se ha vuelto funcional a éste.

Establecemos que, en la actualidad, no hay un movimiento feminista, hecho que hemos constatado en el XIII Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe EFLAC, realizado en Perú en noviembre de 2014 desde la institucionalidad de las ONGs. Encuentro al cual asistimos evidenciando la carencia no sólo de propuestas sino de rebeldía y capacidad de soñar. Creemos que es posible identificar algunos de los desafíos que hoy convocan a las feministas que decidan asumir la responsabilidad política de luchar contra el sistema patriarcal. Descolonizar el feminismo Para el feminismo comunitario el feminismo es la lucha de cualquier mujer, en cualquier parte del mundo, en cualquier tiempo de la historia, que lucha, se rebela y propone ante un patriarcado que la oprime o que pretende oprimirla.

Entonces, descolonizar el feminismo es dejar de pensar, únicamente, desde los parámetros y categorías del feminismo eurocéntrico o de fechas como la revolución Francesa, porque han demostrado ser insuficientes y se han encerrado en un sistema de derechos que, en realidad, encubre los privilegios de unas y unos pocos frente a las opresiones de las mayorías. Descolonizar el feminismo es dejar de pensar desde la dicotomía del colonizador y el colonizado, es dejar de asumir el tiempo como lineal y el pensamiento como superador de las luchas, la clase como explicación suficiente y la posmodernidad como proyecto político.


Descolonizar el feminismo es volver a mirar al patriarcado en su complejidad. Para el feminismo comunitario el patriarcado es el sistema de todas las opresiones, no es un sistema más, es el sistema que oprime a la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y a la naturaleza, construido históricamente y todos los días sobre el cuerpo de las mujeres. Descolonizar el feminismo ha sido, para nosotras, pensarnos frente al patriarcado recuperando la memoria larga de nuestros pueblos aymaras, huicholes, quechuas, mapuches, tzotziles, tzeltales, para construir un proyecto político de sociedad y de mundo, la comunidad y la comunidad de comunidades. Un desafío para el feminismo es dejar de dar solamente cuenta de las opresiones.

No basta un feminismo de las explicaciones, hay que proponer y construir un proyecto político, esto implica reconocer que ser negra, ser lesbiana, ser joven, ser indígena, es una posición política pero no un proyecto político de mundo, que es lo que los pueblos en lucha demandamos hoy. Superar sus categorías y las formas sectarias de sus luchas No podemos seguir asumiendo que el feminismo se reduce a la equidad de género, a la igualdad, a la diferencia o a la lucha por los derechos, cuando los pueblos en América Latina y el Caribe luchan por otra forma de vida, en Bolivia por el Vivir bien.

Superar las categorías del feminismo que ven la realidad segmentada y nos asumen a las mujeres como un tema entre tantos temas, un sector entre tantos sectores, que quiere incluirse en el sistema, es otro desafío. Esto implica, entonces, superar la visión de gueto, de superioridad, de lucha feminista desarticulada de la lucha de los pueblos. Sólo en la lucha con nuestros pueblos podemos aportar a visibilizar al patriarcado como el sistema de opresiones, hay que poner el cuerpo y no conformarnos con el colectivo, el performance o la academia.

Un feminismo útil para la lucha de los pueblos

Todo esto tiene que ver con el desafío mayor, construir un feminismo útil para la lucha de pueblos de los que somos parte, que reposiciona la discusión sobre el aborto en el campo de la autonomía y la descolonización del cuerpo y la sexualidad; que desmonta la maternidad en esclavitud y soledad con la crianza comunitaria como responsabilidad con la vida; un feminismo que, reconociendo en el trabajo impagado de las mujeres en el hogar la constitución misma del capitalismo, construya un modelo económico que no redite la explotación de nadie ni de la naturaleza. Un feminismo que construya modelos de recuperación de los recursos, circulación de los productos y convivencia con la naturaleza para Vivir bien.

El feminismo comunitario ha encarado estos desafíos, hablamos desde un feminismo descolonizado, hemos construido conceptos, categorías y acciones útiles para desmontar el patriarcado y tenemos como propuesta la comunidad como forma de vida que se construye cada día y que es, a la vez, la forma de garantizar que el patriarcado no se recicle. Desde este camino, y sabiendo que es necesario hacer un movimiento feminista regional y mundial, convocamos al Primer Encuentro de Feminismo desde los Pueblos que se realizará en Bolivia el 2016, porque no hemos dejado de soñar y porque sabemos que los sueños se construyen cada día en comunidad.

Fuente:http://conlaa.com/feminismo-comunitario-bolivia-feminismo-util-para-la-lucha-de-los-pueblos/


Sobre la autora:

Adriana Guzmán Arroyo. Transgresora, rebelde, intensamente luchadora contra el patriarcado y la heterónoma. Es sin duda creadora de vida y sueños utopías. No calla las hipocresías del sistema ni tampoco sus ideas contundentes y revolucionarias. Desde las organizaciones sociales es reconocida por sus estudios y su experiencia política en Educación Popular, Ciencias de la Educación y Feminismo, herramientas que fortalecen la energía del Feminismo Comunitario. Nació en La Paz, Bolivia, hija de Amparo, nieta de Teresa y Elena, y creadora de Diana y Julia. Estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia. Fue parte de los movimientos sociales que enfrentaron la masacre del gas el 2003.