martes, 18 de diciembre de 2012

La "reforma" educativa



José Blanco

La Jornada 18 de diciembre de 2012

A uno de los mayores clamores de la sociedad mexicana se ha dado respuesta con la que se llama, con exceso mayor, "la reforma educativa". El totalmente desmembrado "sistema" de educación superior mexicano es algo muchas veces mayor que el blanco al que ahora se ha apuntado.

No es casual que en los mejores sistemas educativos del mundo haya un nivel inicial muy variado en contenidos y duración, de educación prescolar. En Finlandia comienza prácticamente desde el nacimiento. Un nivel primario de seis o siete años de duración; un nivel secundario que comprende lo que aquí llamamos escuela secundaria y el bachillerato (ambos, una unidad). Y un nivel terciario que comprende una muy grande variedad de instituciones posbachillerato, entre las que destaca la educación universitaria.

De modo que aquí estamos apuntando a un trozo menor del "sistema". Nada se ha dicho sobre el bachillerato, complejo, desorganizado y con cientos de programas distintos. Todo surgido de decisiones desarticuladas del sector público, de los particulares y de algunas universidades. Trabajar por dar coherencia a este nivel mediante claros criterios académicos, a pesar de los diversos regímenes de control existentes, es de urgencia e importancia difícil de exagerar. De inicio es imprescindible este trabajo para poder dar solidez y mejor destino al nivel universitario y demás instituciones posbachillerato. La autonomía de las universidades que gozan de esta irremplazable garantía no implica que el Estado deba desentenderse de ellas. Este nivel también demanda una reforma de gran aliento; son ellas quienes un día habrán de procesarla, pero requieren hacerlo de consuno con la sociedad civil y el Estado, pues las universidades pertenecen no a los universitarios, sino a la sociedad toda.

Si se ha puesto a un secretario para romperle políticamente el espinazo a la dirección sindical, deberemos aplaudir a rabiar cuando ese objetivo (si existe tal objetivo) se cumpla, porque no se trata simplemente de un sindicato, sino de una camarilla empoderada y enriquecida hasta la demencia. Un gigantesco poder fáctico incrustado hasta los huesos en el Estado, como muchos otros poderes fácticos, irresponsablemente creados e impulsados por los propios poderes políticos.

Por supuesto, las autoridades no pueden llevar a cabo una reforma de la educación primaria y secundaria sin el concurso de los profesores. Pero los profesores no son el sindicato. Éste sirve, cuando sirva, para defender su interés laboral, no para entrometerse en los asuntos relativos al contenido y la gestión académicos de ese nivel educativo.

Prácticamente han sido aprobadas las reformas al artículo tercero y al 73 de la Constitución. Se ha empezado a expresar la voluntad del poder público de quebrar el avieso poder del SNTE. Veremos si ese indispensable paso político es realizado. Más allá de esa operación necesarísima, se establecerá el Servicio Profesional Docente, de prescolar a la educación media. Se instituye así un camino que incluye el ingreso y la promoción a puestos de dirección y supervisión mediante concursos y evaluaciones. Si así el mérito académico comienza honradamente a ser el leitmotiv de la carrera académica, suplirá a la barbarie de las relaciones patrimonialistas de los manejos jonguitudistas ayer, mil veces superados por los manejos de Gordillo, hoy. También se dotará de autonomía constitucional al INEE. Esta institución tendrá pleno sentido cuando haya reforma de veras.

Se han hecho, en principio, reparaciones aceptables a un continente abollado por todas partes, pero se han quedado dentro los mismos contenidos: lo esencial: el modelo educativo y los contenidos de la enseñanza, para los niños; y el modelo educativo y el contenido de la enseñanza, para la formación de los profesores. Nada más.

Veamos esta imagen, que se repite todos los días en cada salón de clase de las casi 100 mil escuelas de nivel primario que hay en la República. El profesor llega a su salón de clase, y echa su rollo; en tanto los alumnos procuran apresar en sus cuadernos lo que el profesor quiere oír o leer en cada examen que les aplique, con el propósito de obtener una nota aprobatoria. Esta imagen no refleja un hecho educativo. Pero esto es lo que hace una mayoría significativa de los profesores. Siempre hay excepciones.

La escuela debe ensanchar sin tregua la curiosidad, la imaginación, el gusto por inquirir, por saber y por saber hacer, de los niños; debe sembrar en ellos los valores de la dignidad, de la verdad, de la honestidad, de la libertad…; y debe hacer todo ello haciendo a los niños felices. ¿Cómo, entonces, debemos formar a los profesores?; ¿cuál ambiente propicia objetivos como los señalados?, ¿cómo se hace de la educación un juego?

La literatura educativa sobre cómo se hace todo eso es abundante. La práctica de una educación, como la aquí apenas esbozada, existe en diversos países. Finlandia se lleva la palma. Y quien crea que Corea alcanza los primeros lugares a escala mundial con el método según el cual "la letra con sangre entra", se equivoca de medio a medio.

El Grupo Pearson elabora The learning curve (nos ocuparemos de ese método de evaluación en este espacio), que es una prueba aplicada a 40 países. Lugar 1 Finlandia, lugar 2 Corea, lugar 17 Estados Unidos, lugar 38 México.

Se precisan recursos suficientes para una buena educación, pero el enfoque cultural tiene aún más importancia que los recursos invertidos.

Algunas cosas faltan a la "reforma educativa".

Reforma educativa: fracaso anunciado


Luis Hernández Navarro

La Jornada, Martes 18 de diciembre de 1012

La reforma educativa presentada por Enrique Peña Nieto al Congreso de la Unión ha sido calificada como el “quinazo del siglo XXI” y como la panacea de los males pedagógicos del país. Con ella –se dice– se erosionará el poder de Elba Esther Gordillo en la enseñanza y mejorará la calidad del sistema de educación público.

Nada de eso es cierto. Ni existe un conflicto de fondo entre la profesora Gordillo y el Presidente de la República, ni los cambios legales que se proponen solucionarán los problemas de la enseñanza. Ni el poder de la lideresa vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) está en entredicho, ni la reforma es la medicina para curar los males pedagógicos del país.

Para que quede claro que no hay pleito, Elba Esther mandó a decir, por boca de Juan Díaz de la Torre, el secretario general del SNTE, que respalda la iniciativa de reforma educativa del Presidente, porque "seguiremos siendo un aliado del Estado mexicano". Más claro, ni el lodo.

Que no hay ruptura entre ellos lo muestran, también, las posiciones que dentro del nuevo gabinete cosechó la lideresa vitalicia: Emilio Zebadúa, su candidato a gobernador en Chiapas hace seis años y Presidente de la Fundación SNTE, fue designado oficial mayor de Sedeso. José Reyes Baeza, ex gobernador de Chihuahua, fue nombrado director del Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado.

A quienes hablan de quinazo les haría bien asomarse un poco a la historia. Desde que, en 1989, Elba Esther fue elegida por Carlos Salinas como dirigente nacional del sindicato de maestros, ella no ha tenido empacho alguno para sumarse a todas las reformas educativas y de los sistemas de seguridad social, promovidas por los gobiernos en turno, sin importarle si afectaban derechos laborales o si no servían para mejorar la enseñanza. Nunca les ha puesto reparos. Su única condición para apoyarlas ha sido mantenerse como la única interlocutora entre los profesores del sistema de educación pública y el gobierno, lo quieran o no los docentes a los que dice representar. A ella no le interesa la educación, le importa su poder. La reforma de Peña Nieto no es la excepción.

Las distintas reformas educativas aplicadas a lo largo de las pasadas cinco décadas no han afectado para nada la fuerza de los líderes sindicales corruptos dentro del ámbito institucional. Así sucedió en 1983 con la tan pretenciosa como fallida revolución educativa de Jesús Reyes Heroles, con la que se buscó "aplicar racional eutanasia a lo que está incurablemente enfermo", y así pasó con la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) de Felipe Calderón.

Durante años, la descentralización educativa fue una obsesión del Olimpo pedagógico nacional, a la que no fue ajena la presión de los organismos financieros internacionales. El diagnóstico oficial asoció un sistema centralizado de instrucción pública con el bajo nivel educativo y con injerencia ilegítima de la burocracia sindical en los asuntos de la enseñanza. De acuerdo con la tecnocracia, bastaba transferir facultades, funciones y recursos a los estados para que la calidad de la educación mejorara y los líderes sindicales perdieran su poder. Cuando en 1992 se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, se anunció el inevitable declive de Elba Esther y el mejoramiento de la enseñanza pública. Nada. En su lugar, se echó a caminar una "descentralización centralizadora" que trasladó a los estados los problemas educativos sin darles las herramientas para resolverlos, y se acrecentaron los privilegios de la lideresa vitalicia.

Lo mismo sucederá con la reforma de Peña Nieto. Aunque se dice que es una iniciativa contra el poder fáctico de Elba Esther, en los hechos es promovida por otros poderes fácticos no regulados como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la asociación empresarial Mexicanos Primero, auspiciada por Televisa y por Organización Ramírez. Sin confesarlo abiertamente, la reforma busca promover la calidad de la educación a partir de la introducción de mecanismos de mercado disfrazados de evaluación en la gestión escolar.

No hay en la reforma muchas novedades. No mejorará la calidad de la enseñanza. El diagnóstico que hace es erróneo e insuficiente, y las medicinas que propone son equivocadas y peligrosas. No sólo excluye a los maestros en su ejecución, sino que los considera el problema central. Su propuesta no es novedosa. A lo sumo profundiza los lineamientos centrales de la ACE, mismos que han resultado un reverendo fracaso. Si acaso, lo que ahora pretende hacer en nombre de la creación de un servicio profesional del magisterio es dar un paso más en la afectación de derechos laborales de los docentes, como el de la estabilidad en el empleo. Es más de lo mismo, pero peor.

La reforma no afectará significativamente el poder de Elba Esther. Su fuerza no proviene solamente del hecho de que directores e inspectores sean personal sindicalizado, ni de que controle la admisión al sistema educativo de una parte de los nuevos maestros. Eso es sólo una pequeña parte de su andamiaje. Los concursos de oposición para los profesores de nuevo ingreso no han disminuido en nada su influencia. Al contrario. Sus fieles se las han arreglado para seguir controlando el ingreso en contubernio con las autoridades educativas.

El poder de Gordillo es una compleja telaraña de intereses gremiales, profesionales, políticos y económicos, cuyo corazón es el monopolio de la representación gremial y el apoyo que el gobierno federal le brinda para mantenerlo. Esta red está diseñada para resistir una gran tensión estructural. Arrancar uno de sus hilos no la destruye.

La reforma de Peña no romperá esa telaraña. El gobierno necesita a Elba Esther como aliada, y ella depende de este pacto para sobrevivir. Podrán presionarse mutuamente, pero no prescindir uno del otro. El fracaso de la iniciativa está anunciado.

Rechazan disidentes del SNTE reforma educativa




Marcha de maestros poblanos y organizaciones populares contra la reforma laboral el 12 de octubre de 2012 

 
El  Comité Ejecutivo Nacional Democrático del SNTE llama a los maestros a interponer amparos, al considerar que se pretende sustituir el contrato colectivo de trabajo por el individual.


En suspenso, votación de reforma educativa

La iniciativa se podría votar hasta mañana, a la espera de que la Comisión de Puntos Constitucionales

Milenio | Oro Noticias/Martes, 11 de Diciembre del 2012 | 18:03:54

El Comité Ejecutivo Nacional Democrático, agrupación disidente del SNTE, rechazó la iniciativa de reforma educativa del gobierno federal e hizo un llamado a los maestros para que interpongan amparos contra la modificación legislativa.

En un comunicado, el dirigente de la organización, Artemio Ortiz Hurtado, aseguró que la iniciativa de reforma constituye una regresión en materia laboral, ya que establece la evaluación como herramienta de promoción para los mentores.

“Buscan realizar la transición jurídica laboral de eliminar el contrato colectivo en la educación para pasar a un contrato individual, hoy inconstitucional, regido por las punitivas evaluaciones; además se mantiene intacta la función que el Estado le ha otorgado a Elba Esther Gordillo de mantener el férreo control de los trabajadores de la educación, con la venia de los empresarios, y se destruye el papel del SNTE”, detalla el documento.

La postura de uno de los grupos disidentes del magisterio, se ofreció dos horas después del que el SNTE diera a conocer que respaldará la propuesta del gobierno y rechazó que exista una ruptura entre ambos.

No obstante, para la agrupación que encabeza Ortiz Hurtado, la reforma tiene como objetivo eliminar las conquistas laborales de los maestros.

“Igualmente se le pone una gran cortina de humo a la propuesta empresarial de Peña Nieto: calidad educativa, transparencia y eliminación del poder de Gordillo en la educación, que esconde la falsedad de su objetivo real que es el carácter eminentemente laboral de estas iniciativas, o lo que es igual, el despojo de la plaza de base de los activos y contratismo de los trabajadores de nuevo ingreso al servicio educativo”.