miércoles, 20 de agosto de 2014

EXAMEN UNICO EN LA DESIGUALDAD


¿Concurso de oposición?

Tatiana Coll

Publicado en La Jornada .20 de agosto de 2014.

Una medida totalmente demagógica de la SEP ha sido llamar concurso de oposición a un examen de opción múltiple. No es un problema del uso de palabras, sino de carácter conceptual. Los concursos de oposición implican una concepción en torno a un conjunto de elementos significativos que deben sopesarse para ser reconocido como maestro y/o profesor. Para ser evaluados adecuadamente, se valoran las aptitudes y conocimientos mediante diferentes procesos escritos y orales, con temas a desarrollar, elaboración de proyectos, réplicas orales, impartición de clases y otros. Cada facultad, instituto, programa o incluso cuerpo académico traza los perfiles y requisitos pertinentes, pues no se determinan centralizadamente. Esto es lo que sucede en las universidades, sin quedar exentos estos procesos de algunas dificultades o irregularidades. Las oposiciones conforman una práctica de muchos años.

Esto no es de ninguna manera lo que la SEP pone en marcha para dictaminar las plazas de maestros y que de manera falsa ha denominado concurso de oposición, como el recientemente celebrado. Al asomarse a las convocatorias que la SEP presenta en su Sistema Nacional de Registro del Servicio Profesional Docente (Snrspd), se señala que el examen será evaluado por el Órgano de Evaluación Independiente con carácter Federalista (OEIF) –¿entonces el INEE para qué?–, y que todo ello forma el Sistema Nacional de Registro e Información (SNRI), un conjunto de pomposas siglas para esconder las verdades más sencillas: se trata de baterías de exámenes estandarizados de opción múltiple con fines de clasificación y selección que se aplican en un solo día, durante seis horas para básica y ocho para media superior. ¡Todo un maratón de llenado de bolitas!

Estos exámenes, elaborados por "especialistas de reconocida experiencia", como siempre, responden al principio de reducción de lo cualitativo a indicadores medibles cuantitativamente. Por más perfección tecnológica que se implemente, este empobrecimiento tiene repercusiones evidentes, sencillamente puede resultar "idónea" una persona que ni siquiera pueda estructurar y articular lógicamente, por escrito u oralmente, un conjunto de conocimientos complejos y plantear o construir problemas a trabajar. Un "licenciado" con buena memoria, que conozca los programas de 2011, los documentos de la SEP y los cinco o seis autores que se recomiendan en las guías para examen de la convocatoria, sin ninguna práctica, puede ser el maestro idóneo que buscan. El puntual documento de Perfiles emitido por la SEP es el que realiza esta reducción esencial: se parte de cinco dimensiones, que implican 16 parámetros que despliegan 53 indicadores.

En el examen para maestro de educación básica ocupa un espacio bastante reducido lo concerniente a "conocimientos" o "contenidos disciplinares", mientras en el de bachillerato tiene un peso importante con 120 reactivos, pero en ambos casos, así como en todos los documentos de SEP-INEE, este punto se desarrolla bajo el imperativo de las competencias, competencias para la vida y competencias para aprender a aprender. Pareciera ser que con sólo repetirlo, y repetirlo constantemente, se hará realidad.

¿Examinar competencias para la vida en reactivos estandarizados de opción múltiple? La primera pregunta es: ¿para cual vida? La de los niños que viven en ese Guerrero, tierra arrasada primero por la guerra sucia de los años 70, por los caciques y por los traficantes de todo, tierra llena de viudas y huérfanos? ¿Qué competencias necesitan esos niños? ¿Cuál es la vida de los niños en ese Michoacán de migrantes, autodefensas y crimen organizado? ¿Qué competencias de sobrevivencia deben enseñarles? ¿Cómo van a "aprender a aprender" los niños de Chimalhuacán en sus escuelitas de cartón y varas? ¿Qué pueden hacer los maestros con esos 100 mil niños que toman clases en vagones, camiones, sin techo, sin pizarrones, sin bancas (La Jornada, 17/8/14)? ¿Qué competencias requieren esos miles de niños que tienen como horizonte de vida el ambulantaje y el mercado informal? ¿Son esas las competencias de vida que le preocupan a la SEP-INEE y que aparecen en los exámenes estandarizados?

El INEE se ha dedicado a producir cada año un "Panorama educativo de México", en el cual de manera clara y contundente se presentan las cifras de la devastación estructural del sistema educativo y, aunque el INEE no lo diga, debido evidentemente al abandono total del gobierno, pues no es eficiente invertir en esas escuelas de rezago total. El último reporte analizado certeramente por Laura Poy (La Jornada, 15/8/14) presenta las mismas cifras y los mismos problemas: la desigualdad es el dato predominante. Es entonces un total despropósito apoyar la centralización impuesta, la elaboración de un único examen, establecer las mismas características y aptitudes para contextos tan distantes, creer que existen maestros "idóneos" para situaciones de vida diezmada porque se saben el manualito, hacer preguntas sacadas de un modelo educativo homogeneizante e indiferente.