Estamos al final de una campaña electoral inédita, en primer lugar, porque el tiempo o una buena parte del tiempo a promover a los candidatos a las diputaciones del Congreso Federal, se destinó al impulso de la imagen del Presidente, frente a la lucha contra el narco.
Otros, como el Gobernador Constitucional del Estado de México, derrochan millones de pesos en el país, y ni duda queda, lo hacen al amparo de los dos grandes monopolios televisivos, violentando las leyes y desafiando al Congreso de la Unión.
En lo que aún se hace llamar izquierda, las cosas no caminan muy bien que digamos, en el Partido de la Revolución Democrática dos personajes se disputan la atención de los televidentes, por un lado Chucho y Marianita, que intentan vendernos una imagen de candidez, casi seráfica frente a los desplantes autoritarios, antidemocráticos y de peleonero de callejuela en la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Las campañas han concluido y a diferencia de otras, desconocemos el nombre de los candidatos de nuestros distritos. De nada sirven los exhortos de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que los gobernadores se ajusten a lo que dicta la ley. Detenerse por unos minutos en el Canal del Congreso es suficiente para conocer de las actividades de gobernadores y funcionarios públicos que se compartan como verdaderos delincuentes electorales, diputados y senadores, esgrimiendo un discurso de “rasca buches”, se burlan de la nación con cinismo ramplón, todos cuestionan el estado de cosas y nadie defiende a nadie.
Alguien denuncia al gobernador Peña Nieto de comprar gente en estados como el de Guerrero, de enviar a cientos de priistas a varios estados del país como promotores del voto.
Una mañana, en una reunión de los gobernadores con el Presidente de la República, el gobernador del estado de Michoacán, con voz entrecortada pretende una explicación por el arresto de más de treinta funcionarios públicos en la misma casa de gobierno sin previo anuncio de la federación, el regaño del Presidente lo hace palidecer y en su rostro se dibuja el terror, el señor gobernador es heredero de la vieja izquierda priista, del nacionalismo revolucionario, del cardenismo, ahora postrados ante la autoridad presidencial.
En el estado de Zacatecas, una noche se fugan cientos de reos procesados por diversos delitos, criminales, narcos, secuestradores, todos salieron por la puerta principal con la ayuda de custodios y policías. Por la mañana, se encontraron toneladas de marihuana en las bodegas de los compañeros y arreciaron las acusaciones entre nuestros camaradas, la gobernadora de vieja prosapia comunista, extraordinaria parlamentaria y conversadora con los medios de comunicación electrónicos y escritos, guarda silencio y lo mismo ocurre con el senador Monreal.
Hay otra izquierda, que se dice socialdemócrata, que aspira al socialismo pero sin revolución, sin violencia, reiterativamente pacifista, estos lobos con piel de corderos son producto del asalto al poder, de la violencia y de la ambición por el dinero que deja el registro del Partido Socialdemócrata.
Entre los sesentas y los setentas, hubo una izquierda distinta, culturalmente distinta. El Partido Comunista Mexicano fue dueño de una industria editorial llamada Ediciones de Cultura Popular, donde se editaban libros que de otra manera hubiera sido imposible acceder al conocimiento de ciertos autores y temas, contaba con una formidable librería La Independencia, tenía un semanario que circulaba entre sectores importantes del magisterio, trabajadores y estudiantes universitarios del país, de trabajadores sindicalizados, de obreros y mineros, el partido fue a la vez una importante escuela de cuadros y debate de los problemas nacionales su influencia en las universidades y centros de educación superior fueron una contribución invaluable en la formación de una nueva conciencia democrática para México. De entonces viene la discusión por los derechos civiles de la población y el respeto por los derechos humanos, de esta izquierda me parece solamente sobrevive el joven Pablo Gómez Álvarez, actual senador de la República, extraordinario tribuno, inteligencia lúcida y cultivada.
Otros jóvenes como Jorge Castañeda y José Woldenberg, por mencionar solamente a algunos de ellos, tomaron rumbos distintos en la academia y en el gobierno. Estos jóvenes formaron parte de una generación de apertura democrática, de diálogo entre cristianos y comunistas, en menos de tres décadas fue posible construir una fuerza formidable de diálogo y tolerancia y sobre la marcha se construyó el acuerdo para caminar juntos. Aquí estamos es necesario replantear los problemas y buscar una explicación para que los dirigentes nos indiquen donde se encuentra el patrimonio cultural heredado de los viejos comunistas.
La nueva izquierda con sus distintas definiciones en el PRD han empobrecido su debate y su capacidad de propuesta, el partido es parte de la cultura patrimonialista, la pobreza es un recurso retórico en la que buscan su legitimación, pero viven bien, en casas y en lugares exclusivos y amplios, con espacios dedicados a los caprichos de los niños con regulares zoológicos donde guardan a animales en proceso de extinción. La incongruencia, un día debaten los diputados y senadores la ley que prohíbe el tráfico de especies en extinción, y al otro los niños hacen que papá les compre un par de tigres recién nacidos. La nueva izquierda no es parte del debate nacional, la falta de formación de cuadros y su alejamiento de la academia y la universidad, solo nos puede ofrecer cinismo y un debilitamiento de sus cuadros dirigentes empequeñecidos por la soberbia de un presidente que cuenta con el apoyo del ejército y los centros de poder económico del país.
Muchos de estos desmemoriados se olvidan que llegaron al Congreso de la Unión, gracias al liderazgo del que ahora acusan de violento, se olvidan que varios de ellos no son acompañados ni por su familia, veremos los resultados de la gestión de lo que se llama izquierda inteligente y atinada, de los que provienen de esa vena saludable de la escuela de Rafael Aguilar Talamantes.
El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.
Otros, como el Gobernador Constitucional del Estado de México, derrochan millones de pesos en el país, y ni duda queda, lo hacen al amparo de los dos grandes monopolios televisivos, violentando las leyes y desafiando al Congreso de la Unión.
En lo que aún se hace llamar izquierda, las cosas no caminan muy bien que digamos, en el Partido de la Revolución Democrática dos personajes se disputan la atención de los televidentes, por un lado Chucho y Marianita, que intentan vendernos una imagen de candidez, casi seráfica frente a los desplantes autoritarios, antidemocráticos y de peleonero de callejuela en la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Las campañas han concluido y a diferencia de otras, desconocemos el nombre de los candidatos de nuestros distritos. De nada sirven los exhortos de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que los gobernadores se ajusten a lo que dicta la ley. Detenerse por unos minutos en el Canal del Congreso es suficiente para conocer de las actividades de gobernadores y funcionarios públicos que se compartan como verdaderos delincuentes electorales, diputados y senadores, esgrimiendo un discurso de “rasca buches”, se burlan de la nación con cinismo ramplón, todos cuestionan el estado de cosas y nadie defiende a nadie.
Alguien denuncia al gobernador Peña Nieto de comprar gente en estados como el de Guerrero, de enviar a cientos de priistas a varios estados del país como promotores del voto.
Una mañana, en una reunión de los gobernadores con el Presidente de la República, el gobernador del estado de Michoacán, con voz entrecortada pretende una explicación por el arresto de más de treinta funcionarios públicos en la misma casa de gobierno sin previo anuncio de la federación, el regaño del Presidente lo hace palidecer y en su rostro se dibuja el terror, el señor gobernador es heredero de la vieja izquierda priista, del nacionalismo revolucionario, del cardenismo, ahora postrados ante la autoridad presidencial.
En el estado de Zacatecas, una noche se fugan cientos de reos procesados por diversos delitos, criminales, narcos, secuestradores, todos salieron por la puerta principal con la ayuda de custodios y policías. Por la mañana, se encontraron toneladas de marihuana en las bodegas de los compañeros y arreciaron las acusaciones entre nuestros camaradas, la gobernadora de vieja prosapia comunista, extraordinaria parlamentaria y conversadora con los medios de comunicación electrónicos y escritos, guarda silencio y lo mismo ocurre con el senador Monreal.
Hay otra izquierda, que se dice socialdemócrata, que aspira al socialismo pero sin revolución, sin violencia, reiterativamente pacifista, estos lobos con piel de corderos son producto del asalto al poder, de la violencia y de la ambición por el dinero que deja el registro del Partido Socialdemócrata.
Entre los sesentas y los setentas, hubo una izquierda distinta, culturalmente distinta. El Partido Comunista Mexicano fue dueño de una industria editorial llamada Ediciones de Cultura Popular, donde se editaban libros que de otra manera hubiera sido imposible acceder al conocimiento de ciertos autores y temas, contaba con una formidable librería La Independencia, tenía un semanario que circulaba entre sectores importantes del magisterio, trabajadores y estudiantes universitarios del país, de trabajadores sindicalizados, de obreros y mineros, el partido fue a la vez una importante escuela de cuadros y debate de los problemas nacionales su influencia en las universidades y centros de educación superior fueron una contribución invaluable en la formación de una nueva conciencia democrática para México. De entonces viene la discusión por los derechos civiles de la población y el respeto por los derechos humanos, de esta izquierda me parece solamente sobrevive el joven Pablo Gómez Álvarez, actual senador de la República, extraordinario tribuno, inteligencia lúcida y cultivada.
Otros jóvenes como Jorge Castañeda y José Woldenberg, por mencionar solamente a algunos de ellos, tomaron rumbos distintos en la academia y en el gobierno. Estos jóvenes formaron parte de una generación de apertura democrática, de diálogo entre cristianos y comunistas, en menos de tres décadas fue posible construir una fuerza formidable de diálogo y tolerancia y sobre la marcha se construyó el acuerdo para caminar juntos. Aquí estamos es necesario replantear los problemas y buscar una explicación para que los dirigentes nos indiquen donde se encuentra el patrimonio cultural heredado de los viejos comunistas.
La nueva izquierda con sus distintas definiciones en el PRD han empobrecido su debate y su capacidad de propuesta, el partido es parte de la cultura patrimonialista, la pobreza es un recurso retórico en la que buscan su legitimación, pero viven bien, en casas y en lugares exclusivos y amplios, con espacios dedicados a los caprichos de los niños con regulares zoológicos donde guardan a animales en proceso de extinción. La incongruencia, un día debaten los diputados y senadores la ley que prohíbe el tráfico de especies en extinción, y al otro los niños hacen que papá les compre un par de tigres recién nacidos. La nueva izquierda no es parte del debate nacional, la falta de formación de cuadros y su alejamiento de la academia y la universidad, solo nos puede ofrecer cinismo y un debilitamiento de sus cuadros dirigentes empequeñecidos por la soberbia de un presidente que cuenta con el apoyo del ejército y los centros de poder económico del país.
Muchos de estos desmemoriados se olvidan que llegaron al Congreso de la Unión, gracias al liderazgo del que ahora acusan de violento, se olvidan que varios de ellos no son acompañados ni por su familia, veremos los resultados de la gestión de lo que se llama izquierda inteligente y atinada, de los que provienen de esa vena saludable de la escuela de Rafael Aguilar Talamantes.
El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.
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