martes, 11 de junio de 2013

Hacia una sociedad socialista.

 Las Escuelas Integrales, una alternativa a la educación oficial


Por Aideé Mares de la revista Pluma México subterráneo,
31 julio, 2012


 Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.

Paulo Freire



La necesidad de contar con una alternativa a la educación capitalista que se imparte en todo el mundo ha generado el surgimiento de diversas iniciativas pedagógicas de transformación educativa. Las Escuelas Integrales de Educación Básica (EIEB) del estado de Michoacán buscan y promueven el conocimiento desde y con la comunidad, como una forma alternativa de educación humanista crítica en dirección a una sociedad socialista.

Las escuelas integrales, hijas de la insurgencia magisterial

El origen de las EIEB se remonta a 1995, cuando a raíz de la lucha magisterial se fundan las primeras bases para este proyecto. A la fecha existen 26 escuelas integrales además de 44 que se encuentran en proceso de incorporación, lo que quiere decir que son 70 escuelas de los niveles de educación Inicial, preescolar, primaria (regular e indígena) y secundaria atendidas por 550 a 600 maestros, que servirían a una población de 4,800 a 5,000 alumnos. Están a cargo de la sección XVIII del SNTE y de la Secretaría de Educación Pública de Michoacán.

Para el profesor Mario García Flores, miembro de la Comisión de Educación y Cultura de la sección sindical mencionada, se trata de conducir la educación “rumbo al socialismo”; pero –aclara- a un socialismo “no a la manera tradicional; no el de la ex Unión Soviética, ni siquiera el de Cuba. Más bien se trata de un proyecto de sociedad que trabaja para el bien colectivo”.[1]

Este bien colectivo se busca mediante la organización y participación de la sociedad a partir del ejercicio pleno de la democracia, entendida como una práctica política y social, como una nueva forma de organizar la vida y el trabajo mediante la participación popular. La educación básica integral inculca a los alumnos la democracia y la organización mediante ejercicios y exige la ruptura de los esquemas sociales paternalistas y autoritarios. En las EIBE toda la estructura escolar cambia para perder la verticalidad que las “competencias educativas” y las pruebas estandarizadas generan, y se establece un reacomodo horizontal.


Interior de la Escuela Primaria Integral Josefa Ortiz de Dominguez

Las pedagogías revolucionarias

Esta revolucionaria forma de educación tiene entre sus pilares teóricos a Mijaíl Pistrak, quien plantea la pedagogía del trabajo como instrumento de liberación, construcción del socialismo y del hombre revolucionario. La escuela se organiza de forma tal que el trabajo, y el amor a éste, esté por encima de todo, incluso del currículo escolar. Antón Makarenko en la colonia Máximo Gorki en Ucrania durante 1933, rescató en un periodo de tres años a niños indigentes y huérfanos de la guerra, a los que educó mediante los postulados teóricos de Pistrak. Pues bien, la mayoría de sus educandos llegaron a ocupar altos cargos oficiales y otros se convirtieron en generales o profesionales.

Las EIEB también retoman del brasileño Paulo Freire la pedagogía del oprimido, que es un método de trabajo con el pueblo y para el pueblo, donde utilizando el dialogo se demuestra a la población su situación de opresión y la manera de buscar la liberación. En América Latina, el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil retomó a Freire y Pistrak para formar un sistema educativo popular aplicado en asentamientos campesinos edificados sobre tierras ociosas de terratenientes.

Escuelas sin director

No obstante estas experiencias exitosas, tanto la pedagogía soviética como los movimientos latinoamericanistas tienen que adecuarse a cada realidad social para poder funcionar. Las EIEB en Michoacán han retomado decididamente el principio del trabajo y el generar unión con el pueblo entre sus bases fundamentales. En las nuevas escuelas michoacanas de inmediato se percibe la unión con el pueblo. Todas las decisiones concernientes a la escuela y la comunidad son tomadas en asambleas donde se reúnen los colectivos de maestros, de padres de familia y de alumnos con los líderes comunitarios. En dichas asambleas cada asistente tiene voz y voto.

Dentro de la escuela integral no existe el “director”. Esta figura desaparece para ser reemplazada por la de un “coordinador” que permanece en función de uno a dos años y que, a diferencia de un director no ejerce poder autoritario en la toma de decisiones sino que manda-obedeciendo, es decir, obedece a la asamblea y genera métodos para que se respeten y cumplan los acuerdos, como comenta Jesús Gutiérrez, coordinador de la Primaria Josefa Ortiz de Domínguez. Se activa entonces el papel de padres de familia y alumnos y con ello se genera un mayor aprendizaje pues tanto los problemas de la escuela (infraestructura, planes y programas de estudio) como los problemas sociales de la comunidad (agua potable, alumbrado, etc.) son tratados y resueltos colectivamente.

Es importante observar que cada asistente a la asamblea debe tener bien claro para qué lo hace y qué importancia tiene su participación. Un ejemplo de esta comprensión es la respuesta dada por los alumnos de 8ª fase[2] a la pregunta ¿Qué es una asamblea?: “Asamblea es donde se platican cosas de la escuela, algunos eventos o cosas que se van a hacer…se toman decisiones importantes y todos pueden participar”.

Taller de papalotería
El trabajo como acto humano y creativo.

En cuanto al principio del trabajo, este proyecto de escuela no se circunscribe al aula y pone énfasis en talleres, proyectos productivos y organización comunitaria que enseñen al niño a organizarse en pequeñas cooperativas y en aprendizaje de oficios.

Estos procesos productivos también son para padres de familia y la comunidad en general. Dos madres de familia de la Escuela Primaria Integral Josefa Ortiz de Domínguez, de Uruapan, mencionaron que la escuela, “al darles a los niños talleres después de clases les dan más apoyo en lo que necesitan, pues se quedan más tiempo para que no anden por ahí haciendo maldad…hay muchas madres que trabajan o son solteras y no pueden cuidar a sus hijos; para nosotras que vivimos en una zona marginada nos ayuda mucho que se los den”. Otra dijo: ”a  mí me gusta mucho cómo trabaja la escuela, he ido a varios eventos a Caracha para aprender a trabajar huertos. Aquí aprendí a hacer láminas de ferrocemento que puse en mi casa y así gaste menos; también figuritas de yeso que puse de adorno y otras las vendí”. En resumen, los programas de estudio de las EIEB contienen los de la escuela tradicional pero una de las diferencias entre ambas es el enfoque con que se enseña. Es un enfoque que tanto a alumnos como a padres de familia les es más útil en la vida.

Sin embargo aunque suene a panacea todo lo descrito sobre este tipo de escuelas, es difícil romper los esquemas y los paradigmas que los medios de comunicación nos han metido en la cabeza respecto al modelo de escuela ideal, que por demás se encuentra desvinculado totalmente de la realidad social.

El romper esquemas es difícil y sobre todo cuando los tenemos tan interiorizados. Para algunos maestros es difícil, por ejemplo, superar el complejo de superioridad con el que muchas veces llegan a las comunidades, pero esto se logra con convencimiento y formación, para lo cual se tienen diversas herramientas teóricas. Para padres y alumnos es difícil el romper con el concepto de que la escuela sirve para “guardar” al hijo mientras se va a trabajar y a la que no es necesario dedicarle tiempo, atención y trabajo. Para la comunidad circundante a la escuela integral es difícil acostumbrarse a participar en la escuela (fuera de su rol de padres) y el permitir que ésta juegue un papel en la toma de decisiones colectivas.

El riesgo de la represión económica del gobierno de Vallejo

Pero aun a pesar de estas limitantes los miembros de las escuelas integrales tienen claro que el proceso que llevan es de aprendizaje conjunto, y que cada sujeto ira librándose poco a poco de su alienación y apoyando así a los demás a liberarse a sí mismos. Sin embargo estos obstáculos no son los únicos a que se enfrentan las EIEB, sino a uno mayor. A los funcionarios del Estado no les conviene que aparezcan este tipo de escuelas porque pueden ser un apoyo de los movimientos democráticos magisteriales y populares. Y, sobre todo, porque educan en la liberación, no en la sumisión ante la explotación y el poder.

El impacto de esta experiencia ha llegado hasta lo alto de la administración pública que reconoce sus méritos pedagógicos pero advierte que este tipo de educación podría serles peligrosa[3]. Una limitante, entonces, es que las EIEB requieren ser pagadas con recursos estatales. En el caso de Michoacán, el nuevo gobierno priista que encabeza Fausto Vallejo amenaza con disminuir el presupuesto para esta experiencia, como parte de un proceso de represión en su contra. Si así ocurriese, será un reto para la organización sindical de los maestros, la sección XVIII.

Tenemos bases para creer que en el caso en que se cancelara el gasto estatal a este proyecto educativo un buen número de sus maestros lo mantendrían aun sin cobrar sus sueldos. Esta convicción es compartida por el profesor Mario García Flores: “con recursos o sin ellos las escuelas integrales van a continuar, pues un maestro que ha estado en una escuela integral difícilmente va a dejar de hacer algo por su escuela o su comunidad”.

[1]http://www.seccionxviii.org/index.php/noticias/37-noticias-actuales/976-impulsa-seccion-xviii-transformacion-educativa-para-el-desarrollo-real-de-michoacan

[2] Al considerarse que debe haber una continuidad en la formación básica, en las EIEB se modifica el concepto de grados escolares, que han sido cambiados a las siguientes fases: 1ª a 3ª fases refieren a preescolar, de la 4ª a la 9ª a la educación primaria y de la 10ª a 12ª a la educación secundaria.

[3] Josefina Vázquez Mota, cuando estuvo al frente de la SEP declaró que las EIEB son “una auténtica propuesta educativa, aunque ‘lástima que es de la disidencia’. Y aseguró que si se tomara esta escuela como modelo para el sistema del país, se requeriría 10 por ciento del producto interno bruto para una inversión decente y la contratación de más de 200 mil profesores.” (La Jornada, 16.04.2008)

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